La terna a hombros y un indulto en una Santamaría a reventar

(Texto tomado de aplausos.es) Juan de Castilla estuvo a la altura del compromiso, consciente de que una tarde triunfal con este cartel le puede abrir muchas puertas. Quitó por gaoneras y saltilleras con el toro rozándole los muslos. Saludó por un buen tercio de banderillas Jaime Devia. Brindó al público el toro de su confirmación. El toro se arrancó de largo y el torero estuvo muy entregado con él. Solos toro y torero, templados ambos. La faena rompió pronto con un público ilusionado con el triunfo del torero. Por el pitón izquierdo el toro se colaba y no permitió verle al natural. El toro se fue quedando y salió el Castilla de los recursos, el que solventa las situaciones, el de la frescura que encanta dentro y fuera del ruedo. Estocada tendida y tres descabellos.

Juan de Castilla indultó al sexto de la tarde, Abrileño nº850 y de 486 kg. de peso. Decidido a no irse de vacío, salió Juan a cerrar la tarde y desde el tercio de capa mostró la fibra, y las verónicas fueron de nota alta. Saludaron Emerson Pineda y Wilson Chaparro luego del tercio de banderillas. El inicio de faena con estatuarios ya presagiaba que iba a por todas, jugándose la temporada venidera. Las primeras series en larga distancia dejaron ver al toro en todo su esplendor, galopando con tranco y después entregándose a los vuelos de la muleta de Castilla, que en cada serie iba más abajo. La faena fue rotunda, con ligazón, ritmo, temple y hondura. Y Abrileño dijo: basta; porque se fue a padrear a la dehesa. Un toro que valió una corrida, y quizás una temporada. Tardó el presidente en sacar el pañuelo, pero ya la suerte estaba echada, el triunfo debían compartirlo toro y torero. Indulto y dos orejas simbólicas.

ROTUNDO ROCA REY

Andrés Roca Rey estuvo frente al quinto inmenso con el capote, por lo que de pronto se pasó de la amargura a la euforia. El quite estático por chicuelinas puso a hervir a la Santamaría. El inicio de rodillas cambiándose al toro por la espalda por poco termina en cogida. Al quite fueron todos y Juan José Dominguez por poco es alcanzado por el toro coincidiendo con el impreciso pero nunca mal intencionado quite de Jaime Devia. De retorno a la calma Roca Rey se empeñó en que su paso por Bogotá fuera épico a cualquier costo, inclusive para él valió el poco tranco del toro bravucón. Y se puso al filo de la cornada. El público jaleó con fuerza la entrega total del peruano, y por aclamación le pidieron las orejas después de un espadazo, que le concedió el palco. Delirante la Santamaría rendida ante el ímpetu irrefrenable de Andrés Roca Rey, una figura sin lugar a dudas y a instancias del cual se movió esta tarde gran parte de la afición.

Roca Rey pasó inédito de capote frente al tercero, un animal que desparramaba la mirada y no consiguió fijarlo. Con la muleta también se diluyeron temperamento e ilusiones porque el toro además de bronco, se rajó. Buscó la huída desde todos los terrenos y tras él siempre fue el peruano intentando sujetarlo. Cada pase, de los pocos que pudo dar, tuvo verdad, pues habiendo tan poco en el animal no había lugar a ventajas. La estocada quedó levemente trasera, y necesitó dos golpes con el descabello.

PONCE, TAMBIÉN A HOMBROS

Enrique Ponce toreó al segundo de la tarde con exquisitez a la verónica y un plástico remate con media. Saludó Ricardo Santana por sus pares. Ceremonia de devolución de trastos y brindis al público. Es el tiempo de Ponce en el orbe taurino, y esta tarde conjuró su idilio con esta plaza desde los poderosos doblones desde el tercio a los medios. La faena se basó en los toques fuertes. Con la muleta puesta, el toro aunque sin fondo ni transmisión, se fue tras ella. Limpia la labor, y esfuerzo del torero valenciano que se volcó por encima de los pitones para dejar un espadazo fulminante que le valió para pasear una oreja.

El cuarto se defendió siempre y de poco sirvió que delante estuviera Enrique Ponce, porque este de Juan Bernardo vino a refrendar el bache de la ganadería que apenas tuvo un asomo de bravura en Cali. Y como si hubiera estado marcado el turno de este cuarto para el infortunio, la espada hizo guardia y con decoro el torero impidió que fuera sacada, para que simbólicamente tampoco allí hubiera artificios. Acertó al primer descabello.

No quiso irse a pie el valenciano y regaló el sobrero. Ponce toreó con mucha suavidad con el capote, midiendo desde allí la bondad del toro. En la muleta hubo temple y una faena con altibajos pero pródiga en tersura y buen pulso. El toro se vino a menos y pronto se desfondó. Pese a ello el maestro de Chiva se empleó con la honradez que lo caracteriza y debió cortar lo que de su mano venía en alza por cuenta de una lesión del toro en la mano izquierda. Un pinchazo sin soltar y estocada arriba, no desalentaron al público a pedir la oreja finalmente concedida y asegurando con ella la salida a hombros de la terna.

Bogotá (Colombia). Feria de la Libertad. Domingo, 28 de enero de 2018. Toros de Juan Bernardo Caiceo, de juego desigual, destacando el sexto, que fue indultado: Abrileño nº850 y de 486 kg. de peso. Enrique Ponce, oreja, palmas y oreja; Roca Rey, silencio y dos orejas; Juan de Castilla, que confirmaba, ovación con saludos tras aviso y dos orejas simbólicas. Entrada:Lleno. Confirmó alternativa el antioqueño Juan de Castilla con el toro “Distinguido” nº 811 de 521 kg.