Libro Blanco para colorear – Análisis de John Zamora

Este domingo llega a las “librerías de la política doméstica” lo que promete ser un Best Seller: el “Libro Blanco de la Corrupción”, del alcalde William Dau, un compendio de “malandrinadas” encontradas.

Será interesante asistir al lanzamiento, pues se despejarán muchas inquietudes que van desde el método de investigación, el universo investigado, el acerbo probatorio, hasta las consecuencias políticas y jurídicas que se desprendan.

Se sabrá si los mismos que redactan los decretos de pico y placa, con sus sucesivos decretos de corrección y aclaración, o los que elaboran los contratos de pruebas rápidas, son los que vertieron su intelecto en este compendio.

Se sabrá si los presuntos actos de corrupción son los encontrados al llegar, es decir los de Pedrito Pereira, o si hurgaron más allá e incorporan los de Yolanda Wong, Quinto Guerra y sus 20 días de mandato, Sergio Londoño o Manolo Duque, es decir los del último cuatrienio. O si la labor investigativa abarcó periodos anteriores, incluyendo a Dionisio Vélez, Carlos Otero, Bruce MacMáster, Campo Elías Terán o su gran mentora Judith Pinedo Flórez con sus hospitales inacabados y su Edurbe de caja menor. O incluso a Carlos Díaz Redondo, Alberto Barbosa, Rodolfo Díaz, Gina Benedetti, Guillermo Paniza, Gabriel Antonio García, Manuel Domingo Rojas o las tres adminsitraciones del más popular de todos los tiempos, Nicolás Curi Vergara.

Para que el Libro Blanco no se desdibuje, un atributo indispensable es el rigor, pues es lo que garantiza su seriedad y seso. No puede darse el lujo de acudir a eufemismos ni hipérboles, ni imprecisiones. Al pan pan, y al vino vino. Una falla en el rigor será la rendija por donde ingresen las tutelas, las denuncias penales y disciplinarias, y las famosas retractaciones. Con solo una, una sola, y el Libro quedrá cuestionado y solo servirá para equilibrar la pata de la cama.

El Universal publicó un artículo titulado “Dau y el libro blanco de la corrupción ¿Es el momento de jugar esta carta?”, de donse sale un jugoso párrafo:

El mandatario explicó que su tarea es combatir la corrupción de cara a la ciudadanía. “A mi me eligieron para acabar con la corrupción y la pobreza en Cartagena. Ahorita hay gente que me dice ‘alcalde dedícate a gobernar’ o ‘ya se acabó la campaña’ pero ¿Qué pretenden? ¿Convivir con los corruptos y malandrines que se roban más de un billón de pesos al año? Parte de mi actuar como alcalde tiene que ser seguir combatiendo la corrupción”.

Convivir con los corruptos no, no y no. Esa es la consigna de Dau, quien en su batalla ha dicho que no quiere a Konecta en la ESE Hospital, ni a los malandrines de los hospitales inconclusos de Dionisio, ni al aedificio Aquarela asqueando el patrimonio arquitectónico de Cartagena… pero, ¡cosas de la vida!… Ahí los vemos conviviendo con estos entuertos a título de “tragarse el sapo”.

Habrá que ver si el Libro Blanco trae en su menú las distintas formas de preparar los sapos que Dau se traga, con su sal y pimienta, o si también las “primiparadas” y los sobrecostos que investiga la Contraloría, o si eso queda para el próximo capítulo.

Por otro lado, la decisión de elaborar, publicar y restregar el libro es totalmente legítima, y el alcalde Dau debe danzar hasta la última canción de este baile, así sea en una sola baldosa. Con bandera anticorrupción llegó al cargo, y con esa bandera debe seguir, y este es solo otra expresión de esa enseña. Los que le dicen “¡gobierna! ¡ahora la prioridad es el Covid!” podrán tener razón pero Dau no los escuchará, sencillamente porque sería entregar su caballo de batalla. Así que el Libro Blanco va y punto.

Bueno, sin punto, porque vendrán las reacciones.

De contener verdades totales, la pelota quedará en terreno de los órganos de control. ¿Mamarán gallo como hacen con todas las denuncias? Vean que el proceso de Pinedo por el triángulo de playa tiene record de audiencias fallidas, y ni hablar de tantos otros casos de similar interés.

Todo el que combata las prácticas corruptas en la administración pública merece respaldo, y si el que lo hace es el alcalde, pues con mayor razón, sin perder de vista que el buen gobernante sabe ponderar en oportunidad y jerarquía, qué es lo que necesita la ciudadanía: hacer la tarea de las “ías” y poner espejo retrovisor, o hacerle frente a la pandemia que nos azota.

Como todo, tras la acción viene la reacción. Los afectados con esta publicación no se quedarán ni quietos ni callados, porque en este caso opera a plenitud “el silencio otorga”.

Como en una “guerra de picós”, habrá mucho ruido en torno al Libro Blanco, pero en el otro parlante estará sonando mucho más fuerte el hambre que deja el Covid, y la sociedad que quiere salir adelante, mientras el alcalde se dedica a ser el superveedor que busca el gran trofeo que nunca ha obtenido: el primer preso por sus denuncias. ¡A ponerle color!