Por John Zamora – Director Revista Zetta.- Sobre las 9 de la mañana, en un paradero de Crespo tomé la ruta de Transcaribe que me llevó al paradero de la Terminal de Transportes, en El Pozón, en menos de 50 minutos, con la comodidad del aire acondicionado y con pocos pasajeros.
En la terminal busqué transporte hacia Magangué. Mi opción era Brasilia, pero el siguiente despacho era a las 2.30 p.m. Uno de esos cazadores de pasajeros me llevó a una buseta de Sotracor, que dizque iba para Magangué. Le pregunté: ¿va directo? Y me afirmó rotundamente que sí, señal que mentía. Le pagué $35 mil. Casi a las 11 salió, pero en las afueras recogió otros pasajeros que viajaron de pie, así como a tres o cuatro vendedores de papas rellenas, arepas de huevo, cremas para el acné y pócimas para limpiar el hígado.
En la bifurcación de El Bongo, el asistente preguntó: “Los de Magangué”. Éramos como 10 y a todos nos bajaron. Les pagaron a unos vetustos taxis. Mi vecina de puesto fue una señora que llevaba bollos de mazorca y su hija, que cargaba un descomunal bolso.
Sobre las 3.30 de la tarde, ya en la “ciudad cosmopolita”, almorcé y después tomé una mototaxi que me llevó hasta el nuevo muelle, compré un pasaje de $9 mil y esperé unos 20 minutos dentro de la chalupa, para partir a Bodega.
Una vez all. Por fin cedió. Y llegué. Vinesba a creer cuando alguien le decme envi MI vecina de puesto fue una señora que llevaba bollos deí, me monté en un lujoso taxi. Al cabo de cinco minutos, el conductor dijo que ya no viajaba y me envió a otro, destartalado y sucio. Tras 40 minutos, llegué a Mompox. En la casa del Sena está la oficina de prensa. Una amable Paola me ubicó el hospedaje, y se dispuso a traerme hasta donde la señora “Ana María”… pero el conductor de la mototaxi para dos pasajeros resultó sabio y terco. Por sabio no quería preguntar, y por terco se negaba a creer cuando alguien le decía dónde era. Por fin cedió. Y llegué. Vine al Festijazz de Mompox.