Por John Zamora (Director Revista Zetta).- Uno de los más férreos aliados de hoy de Quinto Guerra fue uno de sus más acérrimos oponentes hace tres años. En esas calendas, el exsenador William Montes pronosticó que aquel jamás sería alcalde de Cartagena.
Esa premonición es la que ahora se repite en su contra, pero esta vez entonada por sus adversarios de coyuntura, por medios bogotanos y por un nuevo pero pesadísimo oponente: el mismísimo Procurador General de la Nación, Fernando Carrillo Flórez.
No quieren siquiera que sea candidato, y piden a gritos la anulación de su inscripción ante el Consejo Nacional Electoral.
En términos políticos, a Quinto le está tocando bailar con la más fea en esta campaña, pues la presunta inhabilidad se ha convertido en su espada de Damocles.
Ese señalamiento genera desconfianza: “¿Y si pierdo mi voto?” Bien sabido que muchos se montan en los buses de la victoria, y si el triunfo se nubla, se alejan los votantes.
No obstante, un sector de la clase empresarial, primero, y la clase política luego, se ha mantenido firme en torno a su nombre. Recordemos la carta que firmaron el fallecido Alberto Araújo Merlano, Rodolfo Segovia y otros influyentes empresarios pidiéndole que aspirara; recordemos también los apoyos de todos los representantes a la Cámara, actuales y entrantes: Pedrito Pereira, Marta Curi, Alonso del Río, Karen Cure, Hernando Padauí, Silvio Carrasquilla, Emeterio Montes y Yamil Arana; recordemos también los poderosos senadores que lo respaldan: Lidio García Turbay, Andrés García Zuccardi, Nadia Blel Scaff.
Si Quinto le suma al apoyo empresarial y político un alto componente de pueblo, le salen las cuentas para ser alcalde, pero los cálculos se desploman si prospera la famosa inhabilidad.
Por ahora, mientras arrecia el ataque del Procurador, medios bogotanos y contraparte jurídica, Quinto podría capitalizar dividendos de la misma manera que sucedió hace tres años con Manolo, cuando le negaron miles de firmas que impedían que siguiera en la contienda: ahora es víctima.
Una vez victimizado, y mientras se resuelve lo jurídico, Quinto podría desplegar una estrategia de crisis para convertir en favorable esta tormenta.
En lo jurídico, tiene mucha tela de dónde cortar. Por ejemplo:
- ¿Tiene competencia el Procurador para instar la nulidad de la inscripción?
- ¿Acaso hay usurpación de funciones del C.N.E.?
- ¿No será una presión indebida y coacción sobre el organismo competente?
- ¿Su intromisión antes del pronunciamiento del CNE no puede ser intento de sustitución de la institucionalidad?
- ¿Incurrió el Procurador en prejuzgamiento, pues anunció su decisión a pesar de reconocer que no tiene las pruebas, que apenas está solicitando?
A pesar de estas especulativas consideraciones, la realidad institucional de la ciudad supera las esferas jurídicas, y exige que quien sea el alcalde llegue libre de sombras.
El Consejo Nacional Electoral debe pronunciarse con total claridad: si Quinto está inhabilitado, se abre una nueva realidad política, donde no se sabe qué camino tomarán los actuales apoyos políticos. Si no lo está, continuará su carrera hacia la Aduana.
Lo importante es la certeza jurídica, y en eso tiene razón el procurador: “No puede haber una sola mancha de duda sobre las condiciones y las habilidades de los candidatos para aspirar a la Alcaldía de Cartagena, de otro modo, estaríamos atentando contra la seguridad jurídica y contra la igualdad”.
Esta tempestad pone a prueba la solidez política y jurídica de la campaña de Quinto Guerra, quien tendrá que sacar todo su talante y repertorio para no naufragar en las tormentosas aguas de una inhabilidad.