Órbita Política de John Zamora – lunes 3 de diciembre

Corrupción en privados

Desde que Surtigás prescindió de los servicios de Magín Ortiga, todo el mundo supo por el correo de las brujas que se encontraron serias inconsistencias en su gestión.

La empresa investigó, concluyó, tomó decisiones, modificó procesos, reordenó la casa y, de paso, también denunció los hechos en la Fiscalía.

Cada empresa maneja sus propios criterios, a diferencia del sector público donde la sanción moral se hace inherente, pues al corrupto debe dolerle esquilmar al Estado.

Pero bien sea por cuestiones de imagen corporativa, de confianza comercial, o de consideraciones personales, hay veces que las decisiones no se hacen públicas.

Ahora se sabe que la Fiscalía solicitó audiencia de imputación de cargos contra Magín Ortiga, ex gerente general de la compañía; Ciro Lázaro, ex gerente administrativo y financiero; y Luis Carlos Tangarife, ex director de ingeniería y construcción, por varias situaciones anómalas.

Sea en el sector público o privado, la corrupción está ahí, al acecho, lista para desangrar.

 

Turbaco en contra-cultura

El alcalde de Turbaco, Antonio Víctor Alcalá, ha sido una desventura para los turbaqueros, quienes coinciden en que su segunda administración ha sido mucho más discreta que la anterior. Como poco tiene para mostrar, ahora se le dio el arrebato (“carboneado”, desde luego) de prohibir las tradicionales corralejas, a riesgo de pisar terrenos externos a la ley.

Pisotear las manifestaciones culturales arraigadas en el Caribe es el objetivo de una contra-cultura venida de otras partes, con tupida financiación, que encuentra un caldo de cultivo apetitoso en mandatarios de exigua monta intelectual. ¡Pobre Turbaco!

 

… y en Cartagena también

A Jesús Payares se la ha visto muy dinámico en sus visitas a la provincia, desde su natal Magangué, hasta el sur del Departamento, pero en días pasados también se le vio en el barrio Olaya Herrera de Cartagena, ambientando su nombre como latente candidato a la Gobernación de Bolívar, y promoviendo su lema: “Me la juego con Jesús”.