Por Dusán Vélez Trujillo (Especial para Revista Zetta).- En nuestro amado Corralito de Piedra, a raíz de las elecciones que se definen el próximo domingo 27 de octubre de 2019 y como consecuencia de la crisis político – administrativa de los últimos años, surgió por parte de muchos y múltiples sectores la pasión de darle un vuelco a la ciudad, pero ¿qué fue lo que pasó?
Movimientos como el integrado por varios miembros con experiencia exitosa en procesos cívicos y excandidatos a la Alcaldía resultaron siendo fallidos, sencillamente porque nunca lograron transmitir la seguridad y confianza, es contradictorio que un movimiento que invita a la unidad, sea elitista y dirigido por una “rosca”.
Partidos como el que activó mecanismo para elegir candidato mediante proceso de elección interna, resultó también fallido, terminaron finalmente demostrando que era una simple parafernalia y burlaron así las serias aspiraciones de apasionados y leales integrantes.
Iniciativas como la que proponía un proceso que conllevará a la elección de un sólo candidato promovida por Sergio Fajardo, resultó también fallida por egos, vanidades y cálculos políticos personales, en otras palabras, antepusieron sus intereses por encima del de Cartagena.
Candidatos como aquel que lanzaba discursos tratando de politiqueros y corruptos a otros candidatos con quienes trabajó y gobernó, pero nunca destituyó.
Todo esto lo que demuestra es que los cartageneros cada día tragan menos entero y las distintas iniciativas mencionadas, en vez de lograr superar la paradoja local que encierra el famoso cuento del balde de cangrejos, lo que hicieron fue confirmarla.
Por todo lo anterior, la fuerza que impulsa el voto en blanco es más legítima que nunca, pues proviene de múltiples sectores de la comunidad cartagenera muy diferentes y variopintos. Siniestro es tratar de desacreditarlo, ya que el sentimiento que motiva a votar en blanco es totalmente espontáneo como quiera que no tiene ni ha tenido comité o grupo promotor alguno, se traduce en una verdadera voz de protesta, pues está libre de ser instrumentalizado como lo han pretendido mostrar algunos para sus propios intereses.
La única realidad es que el voto en blanco gana si obtiene la mitad más uno (1) de todos los votos válidos y obligaría a realizar nuevas elecciones con nuevos candidatos, y si no gana, no favorece a ningún candidato, pero ante todo deja sentada una voz de protesta y la inconformidad de los cartageneros.