Por Álvaro Royo (Especial para Revista Zetta) (Xiamen – China).– Ni más faltaba que enriquecerse fuera un delito, puedes enriquecerte culturalmente viajando, puedes enriquecer tu hoja de vida con estudios, puedes enriquecer tu perfil altruista haciendo buenas obras por tu comunidad, puedes enriquecerte haciendo negocios en la empresa privada.
Pero en Colombia hemos torcido el termino para llamar a la persona que ostenta lujos, Muchísimas propiedades, camionetas de alta gama, cirugías estéticas innecesarias y fiestas con excesos decadentes que se ha vuelto rica, en ese contexto vacío y torcido de la palabra riqueza, entonces, ese es un derecho que tenemos todos! excepto los funcionarios públicos
Para iniciar este escrito tendríamos que definir el significado de la palabra riqueza, y los hay en varios campos, en lo económico riqueza es el valor total del conjunto de bienes que posee una persona natural, jurídica, privada o pública.
En el campo cultural riqueza es el entramado simbólico formado por conocimientos, tradiciones y rituales que comparten los integrantes de una misma comunidad.
En el campo personal, la riqueza es el estado mental que nos lleva a tener lo que anhelamos y a saber que nuestra vida está llena de aquello que soñamos.
Punto.
Ahora bien, en nuestra sociedad vivimos el día a día con individuos que los hemos conocido como personas básicamente normales, digo, sin un coeficiente intelectual elevado, sin familia que le haya dejado una herencia, y sin haberlos visto emprender una empresa de esas que te cuesta mucho trabajo y años consolidar y que es fácil notar en la diaria convivencia social.
Pero de repente, ¡pum!!! Esta persona la comenzamos a notar diferente, cambia de manera de vestir, cambia su vehículo a carros de alta gama, compra finca, casas o remodela estrambóticamente la que tiene se convierte en el financiador directo de todas las parrandas en la comunidad y en su mayoría cambian de barrio. Luego nos enteramos que trabaja en una entidad del estado, con un salario bastante normalito que se nos hace imposible creer que su ingreso mensual pueda dar para tanto.
Este es el típico perfil del funcionario corrupto, un elemento aceptado en nuestra sociedad, que cuenta con nuestro silencio cómplice y se puede hablar de el pero de puertas para adentro, recibimos sus migajas en especias básicamente alcohol e invitaciones de tipo fiestas y desmanes, nos sentimos orgullosos cuando nos saluda y estaríamos dispuestos a prestar nuestro nombre para servir de testaferro al cobrar un cheque o traspasar una propiedad.
Este tipo de personajes los aceptamos y los tragamos a pesar que los criticamos, este tipo de convivencia nos hace participes del desastre que vive nuestra ciudad, no es posible que nos sigamos quejando de nuestros problemas si aceptamos este tipo de elementos en nuestra sociedad, el buen funcionamiento de las entidades del distrito es también parte de nuestras responsabilidades como ciudadanos, no podemos mirar para otro lado como si esto fuera un asunto de otros, como si no nos competiera, nos compete y mucho ya que somos los primeros afectados por estas conductas delictivas contra el erario público, nuestros dineros públicos.
Yo preguntaría ¿si vemos a un tipo con revólver atracar a una señora en la esquina, dejarla herida, herir al niño que viene con ella, dejar en el hospital por varios meses al padre, en fin todo un desastre para esa familia, y luego sentarnos a tomar cervezas con el delincuente y a festejar su acto delictivo?
¡Creo la respuesta sería absolutamente no! Pues ese funcionario público que es artificial e ilícitamente millonario es un gran culpable de que un padre no tenga trabajo, también que una madre cabeza de familia sufra por falta de oportunidades y que ese niño no pueda ir al colegio o deserte escolarmente porque esta desnutrido porque ese delincuente disfrazado de funcionario público se ha robado los dineros del P.A.E. (plan de alimentación escolar) y aun peor, si alguien muere por falta de medicamentos o dotación hospitalaria.
Lo mínimo que puede hacer un ciudadano que quiere que su ciudad cambie a partir de este primero de enero es denunciar ante las autoridades o poner en evidencia a este falso servidor público, que ni es servidor ni es público. Es un ladrón y de los peores.
Acerca de los días de arresto para el Alcalde electo
Actúa en derecho la justicia al decretar el arresto al alcalde electo de Cartagena, y actúa bien el alcalde en poner la cara y cumplirlos, las leyes son para eso.
Pero también es cierto que el gobernador Dumek Turbay y sus abogados ahora han logrado, si desearlo, que todo el país voltee su mirada a la demanda que como ciudadano William Dau entablo contra él, no causa el mismo impacto en los medios que decreten el arresto de una persona del común que a un Alcalde electo.
Ha logrado Dumek una visibilidad indeseada, y lo más interesante, en un mes el deja de ser el gobernador, y la persona que puso bajo arresto empezará a ser Alcalde.
Como siempre allí está mi email al pie de página para los que quieran escribirme sus opiniones acerca del tema y con mucho gusto les responderé.
¡Un abrazo!
Alvaro Royo Bárcenas
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