Por MIGUEL RAAD HERNÁNDEZ – Noviembre 27 de 2014
Hoy quiero dedicar este artículo a hacerle eco a las quejas, el dolor y la desilusión de los nativos y también de los visitantes de la Isla de Mompós y del Sur de Bolívar, que por estos días me hacen saber del pésimo estado de las carreteras (o será más exacto llamarlas meros caminos) que llevan a dichas tierras, y del deterioro de la seguridad en los municipios mineros así como del difícil trance por el que atraviesan los pequeños mineros artesanales ante el nuevo Código minero y la entrada de las grandes compañías multinacionales a explotar el oro en aquellos territorios.
Veamos en primer lugar el tema de las carreteras. Saliendo de Cartagena sólo hasta MAGANGUÉ hay una vía más o menos bien pavimentada, con la excepción de algunos tramos en los que hay que recuperar la banca o ampliar la carretera o construirle vermas más seguras. Aunque, a decir verdad, esa es la misma vía antigua trazada, según las voces populares, por el camino que transitaban los burros. Es decir, hoy no se justifican, por ejemplo, las decenas de curvas que hay en el tramo entre las poblaciones de El Carmen de Bolívar, Ovejas y El Piñal. Esa vía, conocida como la Troncal de Occidente, debiera incluirse en la Ruta del Sol y construirla a doble calzada, teniendo en cuenta que nos comunica con Medellín y con nuestro principal puerto sobre el Río Magdalena y es el primer tramo para llegar a la segunda ciudad de Bolívar que es Patrimonio de la Humanidad: Santa Cruz de Mompós. Dejamos esta inquietud al señor Gobernador, quien ha dado muestras de entender la importancia y potencial de este territorio, y a nuestros congresistas, quienes podrían concertar esfuerzos para jalonar los planes de desarrollo y recursos que se requieren.
Pero son peores las condiciones de las vías La Bodega – Mompós y de esta población hacia los municipios de la Lobas. La primera se pavimentó en el año 1998, durante nuestro paso por la Gobernación de Bolívar y con el apoyo del gobierno nacional encabezado por el Presidente Samper. De eso hace 14 años, y hoy me dicen que está muy deteriorada. También me cuentan los viajeros que en la vía de Mompós hacia San Martín de Loba los huecos son como cráteres. Eso parece «la tierra de nadie» nos dicen.
La construcción de las vías secundarias y terciarias es fundamental para la economía de estas poblaciones y también para su seguridad. ¿Cuántos turistas querrán aventurarse a visitar por tierra a la «ciudad valerosa» sabiendo el estado de estas vías?. ¿Cómo sacar de forma expedita los productos de los campesinos y llevar el desarrollo a estos municipios?. Un plan vial para pavimentar y mantener las vías secundarias y terciarias del Departamento, mediante el sistema de concesión o con recursos de regalías o por un sistema de financiación mixta, podría darnos una red vial que interconectara de mejor manera las distintas poblaciones de nuestro Departamento.
De otro lado también hay que prestar atención a la grita de los pequeños mineros del Sur de Bolívar, a quienes el Código de Minas los regula con unas exigencias iguales a las que aplican para las grandes empresas multinacionales intensivas en el uso de capital. Se requiere una regulación diferenciada y con políticas de apoyo por parte del Gobierno. Hay que formalizarlos y asegurarles el trabajo y los ingresos, para que no sean desplazados o se conviertan en carne de cañón para los grupos violentos.
El Sur de Bolívar demanda atención a su problemática, políticas para el desarrollo agropecuario, pesquero y minero, e inversión que rescate la esperanza y mantenga a raya la violencia. Que no se diga más que esa es tierra de nadie.