Por Ambrosio Fernández (Especial para RevistaZetta).- Durante su visita a la ciudad, el director del DANE soltó una cifra que, aunque la esperábamos, no deja de producir escalofríos y preocupación. Durante la pandemia se han perdido en la ciudad más de 68 mil empleos, es decir, más de 68 mil cartageneros han visto afectados sus ingresos, lo que se traduce en que probablemente miles de familias han tenido dificultades para llegar a fin de mes. De acuerdo precisamente con cifras del DANE, en Cartagena y Santa Marta fue donde la mayor cantidad de hogares anotaron que han dejado de consumir sus tres comidas al día producto de esta crisis.
Como lo he mencionado anteriormente, aunque desde el inicio de la pandemia sabíamos que las consecuencias económicas para Cartagena serían catastróficas, teniendo en cuenta su vocación turística, parece que no terminamos de salir de ese letargo que nos ha producido el 2020 a todos y nos falta dimensionar la magnitud del desastre social al que nos enfrentamos. La Alcaldía, al igual que otras en el país y el gobierno central, han lanzado planes para la reactivación, pero sin embargo estos parecen ir a otro ritmo de la realidad. La encuesta #MiVozMiCiudad de Fundación Corona mostró que la mayoría de colombianos no ve con buenos ojos las medidas de reactivación y Cartagena no es la excepción. Nuevamente se nota la crisis de confianza que existe y a la que me he referido en varias oportunidades. Una crisis nunca vista requiere medidas nunca vistas y eso implica que un pueblo tan fragmentado y golpeado por las crisis políticas empiece a tender puentes para trabajar en procura de la reactivación.
No dudo que son muchos los frentes desde los que se trabaja por Cartagena y por nuestra gente, en el sector público se hacen grandes esfuerzos para impactar positivamente el tejido social, pero muchos de estos esfuerzos no se potencializan porque no se trabajan mancomunadamente. El 2021 requiere un pacto por Cartagena, que por lo menos en este propósito cesen los ataques desde los distintos grupos y los intereses que hay detrás de lo público se detengan. Son muchos los cartageneros brillantes, con diversas profesiones y formaciones, que podríamos ayudar a diseñar diversas acciones que impacten en el corto, mediano y largo plazo para mejorar el panorama económico de la ciudad.
Como también lo he manifestado antes, la lucha del alcalde Dau contra la corrupción es plausible, pero para arreglar la ciudad no es necesario incendiarla. Hay que trabajar sobre lo construido y escuchar a otros sectores, tal vez hasta los que se les ha llamado “malandrines”, por opinar diferente sobre su gestión, podrían tener aportes valiosos para este momento.
Ambrosio Fernández
Twitter: @AmbrosioFma