Por Ambrosio Fernández (Especial para Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 26 de octubre de 2023.- Dicen que uno tiene derecho a tener sus opiniones, pero a lo que no tiene derecho es a inventarse los hechos sobre los cuales se crean esas opiniones. No es un asunto fácil, teniendo en cuenta que todos los seres humanos tenemos, por ejemplo, diferentes maneras de ver y sentir la realidad. Una misma paleta de colores puede ser vista con tonos o matices diferentes por varias personas que la observen, sin embargo, para llegar a puntos más concretos u objetivos existen métodos. En la ciencia se apela al método científico, en el periodismo a la contrastación de testimonios, revisión de fuentes, etc.
Muchos de estos procesos fueron obviados por los candidatos a la Alcaldía de Cartagena en esta contienda, quiénes adaptaron o moldearon el análisis social, económico o cultural de la ciudad según su conveniencia, cuando las graves cifras que retratan la situación cartagenera no deberían dar lugar a titubeos. Algunos aspirantes a la Alcaldía, muy en la onda del mercadeo electoral, fueron novelistas de su propia novela durante estos meses.
La falta de profundidad en la mayoría de los debates se notó, el acomodo de los datos de acuerdo con sus cálculos políticos fue pan de cada día. Cosa que no es extraña, pero que no deja de ser alarmante. No es que antes los políticos no se inventaran o acomodaran las cifras o los argumentos según su parecer, pues esta táctica puede ser tan antigua como la civilización misma, no obstante, se ha vuelto cada vez más recurrente en los últimos años con el auge de la comunicación digital y seguramente seguirá siendo cada vez más habitual en momentos en que herramientas como la inteligencia artificial ya intervienen en la preparación de discursos o declaraciones de las campañas.
Si hay un mal diagnóstico, habrá un mal tratamiento y es por eso por lo que muchos cartageneros, a pesar de que vamos a dar nuestro voto de confianza por algún aspirante el próximo 29 de octubre, nos queda un sin sabor de una contienda electoral que pudo haber tenido un debate sobre público de un mayor nivel. De ahí la importancia de que la sociedad civil, la academia y el sector público sigan fortaleciendo iniciativas que le toman el pulso a la ciudad.
Fortalecer la investigación, los datos, las cifras sobre nuestros dramas sociales deberían ser un compromiso de todo aspirante a un cargo público. De paso también es la manera de cortarle el camino a discursos populistas que tanto daño le hacen a la sociedad.
Ahora nos quedará esperar que quién gobierne los próximos cuatro años se rodee de personas preparadas, que robustezcan proyectos o iniciativas con argumentos y escenarios atados que respondan a la verdad, para asegurar entre otras cosas, que puedan hacerse realidad. Pues al final de cuentas, ¡el dato mata al relato!