Ya hizo curso que en cada temporada electoral, Carlos Ng Ching haga bulla y se retire. Sea para Alcaldía, Concejo o Congreso, el folclórico taxista es un recurrente candidato, pintoresco e ingenuo si se quiere, pero de nula significación. Era previsible su retiro, tal como sucedió el lunes, cuando declinó su pretensión de ir por firmas a la Alcaldía, y decidió apoyar a Pastor Alonso Jaramillo, el concejal que busca a la Alcaldía de Cartagena.
Historia con final similar la de Jairo Martínez Fernández “Yo me llamo”, cuyo nombre, asociado al espectáculo, poco o nada le dijo al electorado en los últimos meses con su aspiración a la Alcaldía de Cartagena.
Lo que haya alcanzado a escalar se fue desdibujando semana a semana, entre el errático coqueteo con uno y otro partido político en busca de un aval que nunca llegó, así él afirme que de al menos dos colectividades le llamaron para ofrecérselo. No hay niño que se resista a un dulce así, pero Martínez dice haberlo meditado y pensar en los intereses superiores de la ciudad, para declinar y apoyar a Andrés Betancourt.
¿Qué suman? La aritmética indica que el cero no adiciona, y en estos dos casos parece que la operación tiene ese resultado.
Tal vez Martínez ofrezca un plus mediático coyuntural que reporte algo a favor de Betancourt, pero sin contenido ideológico.
Esos retiros previsibles indican que, en materia de adhesiones, ninguna campaña a la Alcaldía todavía ha dado un golpe de opinión, y que siguen abiertas las alianzas.