Springfield: ¿Un referente para Cartagena en el mal manejo de basuras?

Por Camilo Mercado Ramos (Especial para Revista Zetta).- Hace algunos días estaba viendo televisión, y en el «cambia cambia» matutino tratando de encontrar algo de buena programación, me topé con un capítulo de los Simpson bastante peculiar. En este capítulo, Springfield, la ciudad donde se desarrolla toda la trama de la serie, se encontraba en medio de una crisis ambiental frente al manejo de los residuos generados por la comunidad. La empresa encargada de manejar los desechos empezó a enterrar en el relleno y sin discriminación alguna la basura de una forma tan descontrolada a tal punto que la ciudad terminó literalmente explotando por las toneladas de desechos mal manejados. Los desechos cubrieron todo el perímetro espringfildense; la emblemática y fantástica ciudad sucumbió entre basura y ratas. La cuestión resulto chistosa, pero a la vez fue interesante analizar la sátira que proponía la serie en ese momento y cuestionar un poco sobre el manejo de la basura en la ciudad, preguntándonos qué tan cerca estamos de una crisis de este tipo y qué estamos haciendo para evitarla.

Pero el tema de la disposición de basura y el reciclaje no es un chiste, ni una broma; no hace falta indagar mucho para darse cuenta que en Colombia estamos muy cerca de vivir una situación como esta, por más hilarante que parezca. La mayoría de los rellenos sanitarios donde termina la basura que producimos están al tope y su vida útil próxima a expirar. Según el Departamento Nacional de Planeación, Bolívar lidera la lista de los departamentoscon los rellenos sanitarios más copados. Se genera tanta basura, que ha tocado recurrir a más de 28 sitios en distintos lugares del departamento donde se está depositando basura sin la debida autorización y reglamentación. Y no es extraño que en Bolívar se genere tanta basura. En datos de la Superintendencia de Servicios Públicos, su capital Cartagena está entre las 5 ciudades que más producen desechos en el país, con unas alarmantes 1.262 toneladas diarias. Aquí surgen preguntas como: ¿Qué manejo se le está dando a todo este material? ¿Aquí sí se recicla? Una situación bien paradójica para Cartagena, y digo paradójica porque hace muchísimo tiempo estamos escuchando a políticos, empresarios y activistas citar y recitar el cuento de que a Cartagena tenemos que convertirla en el diamante del Caribe, Cartagena, debe ser una ciudad competitiva y sostenible, y sí, son objetivos muy precisos y enriquecedores; pero, ¿y dónde queda la cuota transformadora ambiental? Para que una ciudad esté a la vanguardia mundial, aparte de su crecimiento económico, también necesita ponerle ojo clínico a la situación medio ambiental. Ecológicamente hablando es muy poco significativo el hecho de que la industria del Corralito crezca de manera exponencial, si cada mañana encontramos cientos de peces muertos en los cuerpos de agua locales y nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que está sucediendo, qué está pasando con la basura que generamos, cómo están manejando los desechos industriales y a dónde va a parar todo este material.

Para solucionar el problema de los rellenos y del exceso de basura, el Departamento Nacional de Planeación le pidió a los mandatarios del país alternativas de solución frente al manejo de los desechos y dio una sugerencia muy puntual: Ampliar los rellenos en relación al crecimiento poblacional y estructural de las ciudades. Aunque parezca un juicio a priori, esta sugerencia puede resultar un arma de doble filo; la solución no se debe buscar por esta vía. Ampliar un relleno sanitario sería abrirle espacio al operario encargado de la basura para que siga manejándola inadecuadamente; no se trata de depositar basura por depositar; la evolución está en tratar de cambiar la concepción de lo que se considera basura y lo que es realmente reutilizable y/o reciclable. No se puede instar a las personas a que sigan generando basura bajo la premisa de que existe un sitio con un enorme espacio donde pueden deshacerse de ella.

Una historia que claramente NO se debe repetir es Henequén, actualmente mal denominada como reserva forestal. Henequén está pasando cuenta a los cartageneros. Si hoy nos ponemos en la riesgosa tarea de escarbar, aunque sea un poco en ese relleno sanitario, lo más probable es que entre toda esa contaminación encontremos muchísimo material que pudo haber sido reciclado, pero que por la falta de conciencia ambiental, coadyuvado por la mala praxis del operario para con la basura que se generó durante varias décadas, terminó depositado allí, enterrado junto a los desechos orgánicos o flotando en lagunas de lixiviados. Todos estos materiales que no se reciclaron, aun teniendo la condición, terminaron acrecentando rápidamente y en sobremedida la capacidad del relleno. Henequén, hoy por hoy, es una reserva forestal; las comunidades asentadas alrededor del antiguo vertedero están en una situación de salud pública extremadamente grave, viviendo entre basuras, plagas de roedores y con una calidad de vida bastante deficiente. Henequén no es solo una reserva forestal, es un cinturón de enfermedades y miseria.

 

Una solución factible para controlar los desechos, clasificarlos y disponer de los mismos es la re-educación. Las personas tienen que aprender que en los hogares, las empresas y, en general, los sitios donde se desarrolla la vida en comunidad, son espacios generadores de basura, y esto es casi que inherente a la cotidianidad, pero también, y más importante, deben aprender que muchos objetos, desechos y materiales aún representan utilidad y son aprovechables, hasta el punto de la elaboración de productos para comercializar. Una herramienta supremamente importante para el tema de la re-educación y para reducir la cantidad de basura es la pedagogía. El tema de la pedagogía resulta exitoso siempre y cuando se busque transformar a través de ella y no se emplee como una metodología pasajera. Es una pérdida total de tiempo y dinero que envíen a colegios, universidades y empresas un personal que indique a la gente como deben separar sus residuos, entregando canecas de basura marcadas y advirtiendo que cada caneca está hecha para depositar un material específico. De nada sirve todo este trabajo porque cuando hacemos la separación en la fuente, los operarios de la empresa de aseo recogen el material separado y lo deposita todo en un mismo camión, para luego llevarlo al relleno. Todo el trabajo hecho desde nuestra casa, colegio, sitio de trabajo o universidad se coacciona por el mal manejo del operario principal.

Cabe destacar que desde el mismo momento en el que empecemos a tomar en serio el reciclaje y a preocuparnos por la estabilidad ambiental de nuestra ciudad, también nos convertiremos en vigilantes de todo el proceso global de la recolección de residuos. Nos interesaremos en reciclar, pero también estaremos al tanto de la disposición final que le den al material reciclado. El mismo pueblo creará una conciencia ambiental tan conectada con el cuidado del entorno que se transformará, a su vez, en el supervisor del modelo. Los cartageneros no podemos permitir que de las entrañas de nuestra ciudad nazca otro espacio como Henequén, debemos tener sentido de pertenencia y exigir un modelo de recolección de residuos de calidad, que responda a las necesidades de saneamiento y, más importante aun, que esté totalmente comprometido con el cuidado del ecosistema. Debemos velar por nuestro espacio, empoderarnos de él e impedir que terceros irrumpan para dañarlo. Empresas que contaminen el ecosistema deben comprometerse a resarcir el daño causado, no pueden venir a sembrar árboles aleatoriamente, sin una metodología clara. Deben empezar a controlar sus procesos productivos. Siempre existirá una alternativa más sana, y deben apostarle a eso.

Como seres humanos, estamos empujados a generar basura, una clara consecuencia del creciente consumismo, pero debemos pensar en lo que está en juego: Nuestra propia existencia. Por eso, el tema de las basuras y del reciclaje nos interesa a todos, en primer lugar por razones medioambientales y de sostenibilidad de un planeta muy amenazado desde muchos frentes; también como una oportunidad de avance y crecimiento en un sector generador de empleo que exige investigación y desarrollo para conseguir soluciones cada vez más eficientes y verdes para nuestra basura, y como forma de evitar castigar en exceso a la naturaleza extrayendo de sus entrañas materias primas que pueden ser rescatadas de nuestros desechos. No esperemos que una situación fantasiosa como la de Springfield se convierta en nuestra realidad, aún estamos a tiempo de generar cambios positivos en el imaginario colectivo de la población; busquemos alternativas de solución para nuestros residuos, desde nuestros hogares, empecemos la tarea de darles un mejor manejo, exijamos un modelo de recolección eco-amigable e inspeccionémoslo. Generemos bienestar social, calidad de vida y empleo a través de nuestra basura. Reciclar es la alternativa, ¿Por qué no hacerlo?