Cuando los delincuentes toman el control del miedo de las personas y lo vuelven viral por uso de las tecnologías de la información, surgen aquellos que alimentan el engendro de la mano negra o justicia privada con el criterio de mano dura. Esta decisión ha ocasionado un sinnúmero de cadáveres por todo el país y una gran cantidad de víctimas que esperan justicia y reparación.
La situación que estamos viviendo amerita que las decisiones se tomen con la mayor responsabilidad y tranquilidad y que la razón sea la que guíe las decisiones y no el engañoso corazón.
Como es natural, los ciudadanos exigen a la administración resultados concretos y contundentes y esta debe darlos, sin olvidarnos de que la seguridad también es responsabilidad de todos.
Hoy nos aterramos cómo quienes en su momento tuvieron la honrosa oportunidad de liderar los destinos de las administraciones territoriales toman posiciones políticas mezquinas y alejadas de la solidaridad y se aprovechan de sacar partido de una situación que precisa del concurso de todos, sin distinción de ninguna clase. El llamado es y debe ser rodear a la administración independientemente de quién la lidere y cerrar filas para que los delincuentes entiendan que el valor de la solidaridad y el funcionamiento oportuno de la justicia y de las autoridades en un Estado Social de Derecho debe generar la tranquilidad y la civilidad que nuestro hermoso terruño requiere para ser el mejor vividero de Colombia.
¿Por qué en otras latitudes las respuestas contra la delincuencia son ágiles? Porque además de contar con las tecnologías, organismos de seguridad competentes, cuentan con el arma más poderosa del mundo: la solidaridad ciudadana. Son los ciudadanos quienes, con su actitud y comportamiento, ejercen su proceder social y su corresponsabilidad, las cuales deben ser enseñada desde la infancia en las escuelas del país.
- El autor solicito reserva de su nombre, pues su intención es cívica.