Ese vándalo que llevas dentro de ti – Opinión de John Zamora

Un detenido estudio psiquiátrico amerita la nefasta conducta cartagenera de destruirlo todo.

Hace dos semanas, el alcalde inauguró un hermoso parque en Fredonia y al día siguiente ya la parte de malla protectora había sido derribada. Y así sucede con todos los poquitos parques y canchas deportivas de los barrios. La gente los vuelve mierda.

Ni hablar de las escuelas. Están vueltas un etcétera. En los agujereados tejados de San Felipe Neri, en el corazón de Olaya, reposan cientos de piedras que evocan las batallas campales de las pandillas. Cual Alepo, una escuela es blanco de la guerra.

Bazurto es una cloaca a cielo abierto, donde no hay la mínima noción del aseo o la higiene. Por eso cada cierto tiempo tienen que cerrarlo, como ocurrirá esta semana, para retirar miles de toneladas de porquería acumulada. Allí la gente parece ser parte de la basura. No hay mobiliario urbano que resista un día, cuando es arrasado.

A propósito de mobiliario urbano destruido, hay que ver cómo está todo bolardo, caneca o banco instalado en el Centro: para darlo de baja.

Pero no son solo estos objetos inmediatos los que son objeto de vandalismo. Hay otra manifestación de esta conducta como la que se pretende ensañar contra la bahía de Cartagena.

La pobre bahía, que por años y años recibió las descargas del alcantarillado; la que lleva años y años recibiendo la sedimentación del canal del Dique; la que día a día recibe gota a gota de combustible que dejan las embarcaciones que la recorren, es la nueva víctima de ese otro vandalismo: las marinas.

Instalar una marina, como la que se pretende en Castillogrande, es volver trizas un espacio vital de Cartagena. La escena es de fácil predicción: camiones, putas y jíbaros con sus clientes, picós, basuras, aguas servidas, entre muchísimos otros actores, palpitando a toda hora al lado de un sector residencial, y sembrando su caos con la excusa de la generación de empleo o el fomento de la industria náutica.

Al pandillero que partió la malla de Fredonia lo entiendo: en un pobre ignorante que quiere fumar marihuana y marcar su territorio, pero ¿qué se puede pensar del “inversionista” de este tipo de marinas en zona residencial?

Habrá que buscar un siquiatra colectivo pues parece que la razón de ese ánimo destructivo en Cartagena es ese vándalo que llevas dentro de ti.