“Las discusiones vacías no llevaran nuestro programa de modernización a ninguna parte”
Deng Xiaoping, sucesor de Mao Zedong al frente de los destinos de China.1977
(Por Pastor Alonso Jaramillo Robles – Especial para Revista Zetta).- Fallecido Mao y terminada la revolución cultural, China era una sociedad sin clases. Aquello había costado un sacrificio enorme en vidas desde los primeros planes que causaron, inclusive, una hambruna que está catalogada por algunos historiadores como la más grande conocida en la historia de la humanidad y muy a pesar de eso, del voluntarismo del gran timonel, la maquinaria económica no despegaba teniendo que arrastrar, este coloso milenario, con cientos de millones de personas en la pobreza. Así recibió el pragmático Deng a la China comunista. Sabiendo el peso que tenía sobre sus hombros sabiamente empezó una peregrinación por sus vecinos, otrora pobres y ya para esos años, pujantes economías como Japón y Corea del Sur. Recorrió sus autopistas, montó en sus veloces trenes, entró a sus fábricas, revisó y estudió sus políticas y se dateò empíricamente de sus resultados. En la planta de la Nissan en Japón, exclamó: “he conocido la modernidad”. Al regresar a China lo que aconteció fue la puesta en marcha de políticas de liberalización gradual de una economía colectivizada y atrasada. Los resultados cuatro décadas después hablan por sí solos: 700 millones de personas salieron de la pobreza; China es el segundo país más rico del planeta; su economía es desde hace años la más pujante; una clase media explotando y urbanizándose en crecimiento trepidante, etc., etc., etc… en fin, el capitalismo salvó al comunismo. Una magnífica lección para todos por estos días en Latinoamérica, en virtud de lo que está ocurriendo con el denominado “socialismo del siglo XXI”.
Por una razón sencilla China abandonó el mito de que la economía socialista era la que redimiría a su pueblo y decidió seguir con particularidades propias el camino de sus vecinos: no hay empíricamente incentivos para que una economía socialista produzca los niveles de riqueza requeridos para llevar a una sociedad del subdesarrollo al desarrollo, o de la pobreza a la prosperidad. Todo esto lo digo porque hoy que la historia le está pasando factura a países como Venezuela – Maduro dice en tv a cada rato que el capitalismo fracasó – y otros, no está ocurriendo nada que deba asombrarnos, aunque hay que decirlo, sorprende el misticismo y esoterismo con el que muchos intelectuales, universitarios y personas en general de nuestro continente siguen defendiendo el socialismo como una opción para que los países de América Latina encuentren la ruta de escape del subdesarrollo.
En el año 1800, 94% de las personas eran pobres extremos; en los 1980, 44%; hoy día solo el 9.6% de la humanidad vive en esa condición. En los años 70`s había 1000 millones de personas en la clase media; 3200 millones de personas hoy pertenecen a esta y cada año 140 millones acceden este grupo. En los últimos 25 años, la época de la Globalización, se ha creado más riqueza que en los 25 mil años precedentes de la humanidad. Nunca, a pesar de todo lo que se diga por quienes solo ven las cosas bajo el velo de las utopías tan infructuosamente arraigadas en Latinoamérica, el mundo había estado mejor. Y hoy por hoy no hay ningún sistema económico que de forma probada haya demostrado tanto éxito como el capitalismo. En este planeta hay más prosperidad en capas inmensas de la población no gracias a sistemas como el de Cuba, Venezuela o Corea Del Norte, por citar unos casos. Encuestas mundiales de valores evidencian que casi la totalidad de personas que son de clase media y han mejorado su nivel de vida son entusiastas del capitalismo y que, además, el país más entusiasta del capitalismo es Vietnam que está gobernado por un partido comunista – les recomiendo que vean la pujanza de su capital Hanói -. De hecho en este país, China y Camboya en 1990 el 60% de su población era pobre extrema, hoy, coincidiendo con los años de apertura hacía el capitalismo de estas tres naciones, solo el 3% se encuentra en esa condición.
Por otro lado África que para muchos era una región condenada al atraso hoy gracias a políticas proeconomía de empresa se están exhibiendo tasas de crecimiento entre las más altas del Mundo. Los 46 países que comprenden el África subsahariana tienen en promedio, desde el año 2000 hasta 2016, un crecimiento anual del PIB de 6.2% sacando a Sudáfrica, es decir, más del doble que Latinoamérica en el mismo periodo. En 2015 cinco de las economías que más crecieron en el planeta son africanas y todas lo hicieron a más del 7%. En conjunto el poder de compra en la zona ha aumentado un 50%. En África ya hay más de 400 empresas que facturan más de 1000 millones de dólares al año. Muchos creerán que estas inversiones están concentradas en riquezas naturales y no, no es así. Más de la mitad van a servicios y manufactura. Como consecuencia de esto se está dando un rápido proceso de urbanización que favorece una mejor prestación de servicios, especialización de las economías de estos países y economías de escala, teniendo además las siguientes consecuencias sociales: aumento de la esperanza de vida en 8 años; reducción de la mortandad infantil de un 17% al 8%; la pobreza extrema bajó de un 58 a un 35%. En la región subsahariana la inversión extranjera directa crece colosalmente por lo que de seguir así las cosas África será muy distinta en 2030 y algunos vaticinan que varias de las megaciudades que veremos emerger este siglo serán africanas. Todo esto ha sido posible gracias a una apertura hacia la inversión, seguridad jurídica para las empresas, mejoría en la facilitación de la hechura de negocios y Estados con prudencia fiscal, además de la buena penetración que han tenido servicios tecnológicos como la bancarización y los pagos digitales de los que África es líder – es común que en África los granjeros compartan conocimientos a través de plataformas digitales-. (El PIB per cápita de Bostwana ha crecido 15 veces más que el de Bolivia desde los años 60s)
Mientras tanto en América Latina se le sigue rindiendo culto a los Castro, al Che, a Chávez, Correa, Evo, Ortega, etc., etc., etc. No hay ningún país del mundo que haya logrado salir de la pobreza por la vía de la receta socialista de ellos, ni de otros. Ninguno, es ninguno. No hay prueba de eso, pero aquí, seguimos teniendo discusiones estériles sobre si el capitalismo tal o cual cosa, que yo no sé qué… Lo único que muestran los datos históricos es que naciones mucho más atrasadas que nosotros después de la Segunda Guerra Mundial hoy gracias al capitalismo son prosperas como en el caso de Corea del Sur o Irlanda; que pueblos de pescadores en los que había una pobreza oprobiosa donde hasta se encontraban inodoros en las calles hoy gracias al capitalismo son zonas ricas como los casos de Singapur y Hong Kong. Que Chile hoy un país liberalizado tiene mayor renta per cápita que cualquier otro país latinoamericano, o que, en Dubai, gracias a la apertura comercial el petróleo solo es el 1% de su economía.
Pasó el superciclo de las materias primas y al igual que la URSS quedaron al desnudo las falencias del socialismo: una burbuja de gasto público, asistencialismo, burocracia, militarismo, tiranía, escasez, estancamiento y otras cosas más. Latinoamérica debe ya dejar la inmadurez y pasar la página del socialismo o sino, siempre nos verán como un pueblo al sur de Estados Unidos. Ah!!! y para los que ponen de ejemplo a los países escandinavos y otros europeos como modelos de un socialismo triunfante les invito a que miren los datos sobre índice de libertad económica y los crucen con los del Doing Business y competitividad para que vean que estos no encajan en la receta socialista. Además, que lean sobre las privatizaciones, las cargas fiscales y otras políticas promercado en Suecia, asuntos estos que documenta, Mauricio Rojas, un excomunista chileno, en un libro titulado: Suecia, el otro modelo.
Nota: Alemania y Corea fueron divididas. Una mitad socialista y otra capitalista. En ambos casos, a la postre, la zona prospera ha sido la capitalista.