Por John Zamora (Director Revista Zetta).-y
La muerte de 21 obreros y las heridas a otra veintena en el desplome del edificio Portal de Blas de Lezo no fue un accidente. Ni más faltaba. Obligados por la necesidad, debieron trabajar en una trampa mortal urdida por criminales que despreciaron sus vidas y burlaron todas las normas.
La burla más bajita fue la de la licencia, que resultó chimba. Vaya usted a saber qué calidad tenían los estudios, los diseños y los materiales. Cuasi esclavistas eran las condiciones laborales, con salarios de hambre, sin normas de seguridad industrial ni seguridad social.
Quien así se comporta, de seguro lo hace por costumbre, porque así lo viene haciendo, porque así hace siempre las cosas. Porque sus clientes son unos marranos, porque la ley le vale un comino y, mucho menos, la vida de unos obreros.
Responsabilidad política
En 1987, un mozalbete de 19 años voló en una sencilla avioneta desde Alemania y aterrizó a una cuadra de la plaza Roja de Moscú, evadiendo radares. La pilatuna de Mathías Rust le costó el puesto al ministro de Defensa y al jefe de la defensa antiaérea de la extinta Unión Soviética. Los dos eran héroes de la Segunda Guerra Mundial y tenían una larga hoja de vida plagada de méritos militares.
Este es uno de los muchos ejemplos que hay de responsabilidad política. No importa que un hecho sea obra y gracia de un tercero, si esa conducta se comete en las narices de mis responsabilidades.
Eso es lo que pasó en Blas de Lezo. A un constructor criminal se le cayó su anómalo edificio, y en la administración pública debe haber responsables políticos.
Están en mora de presentar su renuncia, amén de la declaratoria de insubsistencia discresional, los responsables de las áreas de Planeación, Control Urbano, Alcaldía Local e Inspección de Policía correspondiente.
El alcalde Manolo Duque
Manolo Duque se comportó a la altura en esta, la más dura prueba de su gobierno. Fue oportuno, priorizó, lideró, coordinó y respondió.
Como es apenas lógico, tendrá que dar explicaciones a la Procuraduría y Fiscalía, dado que es el jefe de la Administración y todo jefe tiene responsabilidades.
A los pocos minutos de conocerse el desplome del edificio en Blas de Lezo, el alcalde asumió la atención de la tragedia, acorde a los protocolos para estas situaciones, y con todos los organismos encargados del tema. Acogió con diligencia los apoyos provenientes de otras ciudades, asistió a las víctimas, vistió a los heridos, dio consuelo a los familiares de los fallecidos, oró por sus almas, denunció en la Fiscalía a los constructores, solicitó a la oficina de Control Interno investigar a cuatro de sus funcionarios por sus presuntas responsabilidades, y ejerció su jefatura ciudadana a plenitud.
Corrupción
Reficar ha sido catalogado como el caso campeón en corrupción, medido en 18 “Odebrecht”, o en dos ampliaciones del Canal de Panamá. Aquí duele que se roben la plata.
Portal de Blas de Lezo es un caso de corrupción peor, pues para medirlo hay que hacerlo en vidas: 21 obreros.
La platica de Reficar se perdió, pero nunca habrá manera de recuperar la vida de estos trabajadores
Es la corrupción la que los mató. La corrupción en dos esferas: la privada, del sector de la construcción, que tiene que darle muchas explicaciones a la sociedad. La otra, la púbica, donde las autoridades de Cartagena tienen que ofrecer también sus explicaciones.
Que un constructor te venda un apartamento de 120 metros cuadrados, y te entregue 115 es un robo. Que pida permiso para hacer tres pisos y construya siete también lo es. Que use materiales inferiores a los recomendados. Que haga apartamentos sin parqueo para que la calle haga por tal… Los constructores tienen una alta cuota de responsabilidad en el fenómeno de corrupción en el sector privado.
La corrupción en el sector público de Cartagena es innegable. La muerte de 21 obreros es consecuencia de una extensa red de omisiones, alcahueterías, sinvergüencerías en la cadena de la construcción. Quejas pululan sobre la conducta en curadurías, instrumentos públicos, inspecciones de policía, control urbano. Y los casos se multiplican en la medida en que las construcciones se desarrollan en sectores populares. Tal vez a los grandes constructores, con proyectos en zona Norte, si los vigilan y les exigen hasta lo mínimo, y nada pasa con los “pringacaras” que hacen un edificio en Blas de Lezo.
El periodismo
Orgulloso me siento de mis colegas que cubrieron centímetro a centímetro, literalmente, la caída del edificio de Blas de Lezo. Lujo de periodismo, con responsabilidad, oportunidad, rigor, veracidad.
Debo mencionar en especial al equipo de Canal Cartagena que cubrió en vivo durante todo el día jueves pasado desde el lugar de los hechos, incluso tenían imágenes del edificio minutos antes del desplome; Caracol Radio, RCN Radio, Canal Caracol , Canal RCN, El Universal, El Heraldo, CNC Noticias. Especial referencia hago de Yesenia Carrillo por su nota del domingo pasado, desde Turbaco, con uno de los sobrevivientes.
¿Y los Quiroz?
¿Dónde están los Quiroz? Los señalados constructores del edificio Portal de Blas de Lezo II deben dar la cara. Es increíble que cinco días después de la tragedia, aún la Fiscalía y su CTI no sepan de su paradero. Deben responder, porque lo manda la ley de los hombres y también la ley de Dios… ¡No hay derecho! Son 21 muertos los que pesan en su conciencia, no son solo un cúmulo de cemento y varillas y unos cuantos clientes burlados.