Cartagena de Indias ha hecho esfuerzos por desterrar la censurable imagen de destino turístico de explotación sexual para afianzarse como destino de turismo para vacaciones, congresos, cultura, ecología o deporte.
El congreso de pornografía anunciado para los próximos meses, no cabe en ese perfil, es decir, no es lo que la ciudad ha buscado como oferta que la identifique, pues irremediablemente se asocia con la aberración de la explotación de menores de edad o con la prostitución.
Lejos de consideraciones moralistas o religiosas, lo que el alcalde Manolo Duque como el gobernador Dumek Turbay han hecho es espantar una actividad cuya dinámica económica atentaría contra la dinámica de los otros perfiles de turismo que ofrece Cartagena como destino.
Es cierto que como toda ciudad puerto, la prostitución se ejerce desde su fundación. Cartagena tiene varios centros de diversión horizontal y las prostitutas deambulan por muchos lugares, como la plaza de los Coches ofreciendo sus servicios.
Pero un asunto es que la prostitución sea una realidad sociológica y otro que industrias afines como la pornográfica –que es legal- o la explotación de menores de edad –ilegal- se incorporen a la oferta turística de la ciudad.
Causa decepción que no hayan sido los propios hoteleros o la Corporación de Turismo los que tomaran la iniciativa para repeler este evento. Se durmieron o no tienen claro qué tipo de turismo es el que quieren ofrecer.
El turista que viene a una triatlón, a una convención, a conocer la historia y disfrutar la playa, o a un festival de música o letras, tiene un perfil muy distinto del turista que viene a copular. Las aberraciones a veces no tienen límites, no distinguen sexo o edad, y a veces requieren alicientes como la droga, otra combinación fatal.
Dumek puso el grito en el cielo y Manolo aterrizó al congreso porno.