En varias ocasiones, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi ha informado que el 18,7% del país, es decir más de 21,3 millones de hectáreas, está conformado por territorios susceptibles a presentar derrumbes, deslizamientos o eventos de remoción en masa.
Así lo establece el mapa de susceptibilidad y amenaza de Colombia, elaborado por el IGAC y el Ideam, el cual revela que 26 departamentos deben estar bajo la retina latente de las autoridades, ya que cuentan con zonas montañosas y de altas pendientes, y en donde la precipitación es un común denominador.
Sumado a esto, Juan Antonio Nieto Escalante, Director General del IGAC, vuelve a prender las alarmas por un factor que puede incrementar la ocurrencia de derrumbes y deslizamientos: la sobreutilización de los suelos, causada por la sobrecarga excesiva y desmesurada de las actividades agrícolas y pecuarias.
Estudios de la entidad muestran que el 16% del país ya cuenta con suelos ‘enfermos’ por la sobreutilización agropecuaria, porcentaje que abarca 18,2 millones de hectáreas.
Sin embargo, son 20 los departamentos que deben estar bajo la retina pública, ya que además de contar con gran parte de su área con estos suelos, son vulnerables a los derrumbes y a las inundaciones.
Bolívar, con el 31,4% de su área sobreutilizada, se ubicó en la posición número 12, con un total de 837 mil hectáreas.
El 72% de los 46 municipios del territorio caribeño tienen por lo menos el 25% de su área sobreutilizada, pero los más críticos son Santa Rosa del Sur, Simití y Magangué.
El IGAC indicó que la zona montañosa en el sur del departamento, cuenta con suelos ya catalogados bajo amenaza por poder presentar derrumbes.
Entre tanto, las zonas aledañas a los ríos Magdalena, Cauca y Cimitarra, Brazo de Morales, Brazo de Mompós, quebrada Santo Domingo y terrenos de Cartagena y Canal del Dique, son las más vulnerables a las inundaciones.
Los otros departamentos con mayor área sobrecargada por la actividad agropecuaria son: 1. Caldas (54,4%), 2. Risaralda (46,6%), 3. Tolima (44,5%), 4. Santander (43,2%), 5. Boyacá (42,5%), 6. Sucre (39,5%), 7. Huila (38,1%), 8. Antioquia (34,9%), 9. Norte de Santander (34,9%), 10. Cundinamarca (33,3%), 11. Cesar (32,7%), 13. Valle del Cauca (30%), 14. Córdoba (27,6%), 15. Quindío (24,9%), 16. Cauca (24,6%), 17. Magdalena (23,6%), 18. Atlántico (23,5%), 19. Nariño (18,2%) y 20. La Guajira (12,7%).
“La mayoría de las zonas montañosas de estos departamentos albergan ganado y cultivos, usos que no deberían implementarse. Este panorama ha generado que los suelos se compacten y pierdan su capacidad de resiliencia, lo que incrementa la probabilidad de que se presenten movimientos en masa”, advirtió Nieto Escalante.
El directivo informó que al quitarle la capa vegetal al suelo para estas actividades, éste queda totalmente desprotegido, lo que aumenta la inestabilidad del terreno.
“Al no contar con una cobertura vegetal que los proteja, se desencadenan movimientos en masa y derrumbes. Ante un largo periodo de lluvia como el que actualmente vive el país, las zonas con suelos sobreutilizados y con pendientes inclinadas, presentan una vulnerabilidad mucho mayor”.
El Director del IGAC aseguró que este conflicto de uso también perjudica a las zonas aledañas a los ríos.
“Al deforestar o implementar usos agrícolas o pecuarios en las zonas de ronda y amortiguación, la posibilidad de desbordamiento en los ríos se incrementa, ya que las crecientes no tienen una barrera natural que les impida llevarse todo lo que encuentren. Al retirar la vegetación se agravan los desbordamientos”.
Para minimizar los efectos de las lluvias, Nieto Escalante enfatizó que los esfuerzos deben estar enfocados en las zonas de montaña de estos departamentos, y mucho más en aquellos que cuentan con suelos afectados por la actividad agropecuaria no controlada en zonas de alta pendiente.
A proteger los suelos
El funcionario aconsejó aplicar varias prácticas de manejo en los suelos colombianos, y así mitigar la ocurrencia de los derrumbes y deslizamientos.
- Incrementar los sistemas forestales, agrosilvícolas y silvopastoriles en las zonas montañosas;
- Controlar la escorrentía mediante zanjas de ladera, realizar cultivos en contorno y utilizar franjas con vegetación densa, con el fin de disminuir la velocidad del agua y que se fomente su infiltración;
- Proteger los suelos con cobertura vegetal de residuos de los cultivos, lo que logra menguar la acción destructora de la lluvia;
- Evitar la compactación de los suelos, la cual es causada especialmente por la explotación ganadera o por el uso indiscriminado de maquinaria agrícola;
- No es recomendable el uso de labranza en sentido de la pendiente. Esta debe realizarse de manera conservacionista (labranza reducida, mínima o de siembra directa) en pendientes menores al 30%.