Por Fernando Nicolás Araújo (Senador de la República – Especial para Revista Zetta).- Cartagena atraviesa por la crisis institucional más profunda desde el Sitio de Morillo en 1815 cuando la ciudad perdió gran parte de su población y con ello a su dirigencia. La salida de esa crisis costó medio siglo; la que vivimos hoy debemos solucionarla pronto. Los graves problemas que padece la ciudad en materia de inseguridad, empleo, microtráfico, entre otros, no dan espera.
A la captura del Alcalde Manuel Vicente Duque, de su primo José Julián Vásquez, del concejal Jorge Useche y de la contralora Nubia Fontalvo, hay que sumarle que la registradora departamental, Patricia Jiménez, está en reclusión domiciliaria; que un delegado del Consejo Nacional Electoral -CNE para los escrutinios de la contienda de 2015 está prófugo, y que todo éste escándalo inició por denuncias de fraude electoral. Es decir, la génesis de esta crisis institucional son las elecciones. Tenemos la obligación y el deber de fortalecer la democracia.
En las elecciones pasadas hubo buenos y malos candidatos a las distintas corporaciones públicas. Los que tenían los mejores programas no ganaron, en gran medida porque ni la clase dirigente, ni los partidos políticos, ni la sociedad civil organizada nos pusimos de acuerdo. Todos halamos para un lado distinto. No podemos ser mezquinos ante las circunstancias, ni ajenos a la crisis.
Para lograr que la Administración Distrital asuma los enormes retos de una ciudad de un millón de habitantes: con trescientos mil pobres, sesenta mil indigentes, doscientos cuarenta mil rebuscadores, se requiere profundizar en la democracia. Ni demagogia ni pesimismo, construyamos la esperanza con principios, argumentos, opinión y propuestas. No podemos seguir entre el clientelismo y el populismo, llegó el momento de la gerencia eficiente.
No se sabe a ciencia cierta si van a haber elecciones atípicas o no, pues nadie puede pronosticar cuál será la decisión del Procurador, del juez, ni la del suspendido Alcalde Manuel Vicente Duque. En caso de condena, destitución o renuncia, la Registraduria convocaría elecciones en sesenta días. No habría tiempo de organizarse, por eso teniendo en cuenta los escenarios posibles debemos ir pensando en un proyecto de ciudad que genere estabilidad e institucionalidad. Ya es hora de halar todos para el mismo lado: el bienestar de Cartagena.
Por tal motivo, las atípicas no nos pueden coger desprevenidos. Convocar a esos sectores que no fuimos capaces de ponernos de acuerdo, para definir un mecanismo de escogencia de un candidato único y evitar los errores del pasado, es difícil, pero vale la pena intentarlo. Estoy listo para contribuir a la unidad y la construcción de confianza.