Por John Zamora (Director Revista Zetta).- Las promesas electoreras de Juan Manuel Santos le resultaron efectivas, pues el Caribe lo eligió y lo reeligió como Presidente. Para la región, el negocio fue deficitario pues la inversión social estuvo alicaída, las obras de infraestructura se cumplieron a medias y, otros aspectos, como la creación de la Región Autónoma, tuvieron zancadillas.
Aunque en los discursos oficiales Santos habla de billones y billones en inversión para el Caribe, lo cierto es que un alto porcentaje sigue aún en el terreno de las promesas, sujetas a recortes presupuestales.
En el caso de Cartagena, todavía se recuerda la famosa cumbre en el hotel Corales de Indias entre el presidente-candidato Juan Manuel Santos, su candidato a vicepresidente Germán Vargas Lleras, y los concejales de ese entonces.
Los dirigentes locales salieron saltando en un solo pie de la felicidad porque el presidente-candidato, luego de cuatro años en el poder, se comprometió a ejecutar varios de los proyectos estratégicos que reclama la ciudad.
Se comprometió con dos que ya estaban caminando: el túnel de Crespo y el viaducto que ahora vemos en la Boquilla, doble calzada.
Todo lo demás está todavía en perfecto estado promisorio: defensa costera (anunciados $100 mil millones), plan de drenajes pluviales, avenida Bicentenario, Quinta Avenida de Manga, traslado de la Base Naval… Puro tilín tilín y de aquello, nada.
Tal será el grado de incumplimiento de Santos, que nos adjudicó los Juegos Deportivos Nacionales, después de una intensa lucha con otras regiones, y ahora nos “sacó maletas”, pues retiró los $56 mil millones anunciados.
Con la credibilidad reptando, es lógico creerle a las encuestas nacionales cuando hablan de el alto rechazo colombiano a la gestión de Santos, que supera el 80%. No son solo los errores y mentiras del proceso de paz, no es solo la recesión económica, es también lo mucho que le ha incumplido a las regiones, sobre todo a la Caribe que lo eligió y reeligió. Otro ejemplo: le pedimos que nos quitara a Electricaribe, la intervino, y el servicio sigue igual de pésimo. Es cambiar para que nada cambie.
Por eso es importante ser minuciosos y desconfiados con los actuales precandidatos presidenciales. Todavía no se sabe qué le proponen a la Región, y eso preocupa pues todos son interioranos. El único caribeño es Carlos Caicedo, exalcalde de Santa Marta, pero aún su nivel de reconocimiento es muy bajo. Claudia López creyó que tomándose una foto con una marimonda nos va a convencer de su amor por Barranquilla. Esas poses oportunistas son las que nos acentúan la desconfianza. Fajardo es ese argentino que se sube a lo más alto de su ego paisa y nos mira como la comarca corrupta, lejos de la impoluta Antioquia de su ojos. Vargas Lleras solo le tiene aprecio a los votos de los Char y a lo que pueda arrebatarle a los Ñoños en Córdoba, ahora que están en desgracia. Petro destruyó a Bogotá, abjuró hace años de su Ciénaga de Oro natal, y es la sombra proyectada del tirano chavista en Colombia. Nos garantiza hambre y despotismo. Tal vez Marta Lucía Ramírez sea la única que ha demostrado respeto por los costeños al venir a plantear ideas y no vernos como el suculento plato de promesas a cambio de votos.
Los precandidatos tienen que hablarle claro al Caribe, y el Caribe tiene que mirar con rayos X cada propuesta, no sea que se repita la burla de Santos.
Además, debemos volver a pensar en tener nuestra propia opción a la Presidencia, para dejar de andar votando siempre por cachacos. Hay buenos prospectos, jóvenes con liderazgo, que sí avanzan. ¡El Caribe decide!