El periodista Zabala de la Serna firma esta nota publicada en el portal del diario español El Mundo.
Por ZABALA DE LA SERNA (www.elmundo.es) Victorino Martín ha muerto en su finca de Monteviejo a los 88 años de edad, según ha anunciado su familia en un comunicado. Después de sufrir el pasado domingo 1 de octubre un accidente cerebrovascular, su vida pendía de un hilo. El texto informa que el óbito se produjo a las 15:00 horas «rodeado de sus seres queridos». La misa funeral se celebrará mañana a las 17:00 horas en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en Galapagar, donde recibirá sepultura.
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El legendario ganadero aparecía por última vez en público el pasado 13 de septiembre en la Catedral de Cuenca para recibir de manos del Rey Felipe VI el Premio Nacional de Tauromaquia, que concede el Ministerio de Cultura, en reconocimiento a su incomparable trayectoria. «Su nombre ha quedado asociado a valores como la emoción, la bravura o la protección del valiosísimo patrimonio ecológico que encierra la Tauromaquia», declaraba el jurado. Victorino es el único criador de toros bravos, y el único representante del mundo taurino, que también ha ganado la Medalla de Oro de las Bellas Artes (2014).
Es la palabra «único» la que mejor define a Victorino. El único ganadero a cuyo reclamo se llenaban las plazas en los gloriosos 80 y 90 para su divisa; el único que cuenta con un toro indultado en la Maestranza –Cobradiezmos (2016)- y otro en la Monumental de las Ventas –Velador (1982)-; el único que cuenta con un azulejo en la Puerta Grande de la plaza de toros de Madrid; el primero que atravesó a hombros el arco de la gloria del coso más importante del universo táurico allá por 1976… Cuenta con 17 toros premiados con la vuelta al ruedo en el arrastre sobre la arena venteña y un palmarés, como rezan todos sus galardones, «inigualable». Un luchador como ninguno por la integridad de la Fiesta y la dignidad del ganadero. Desde que compró los albaserradas de Escudero Calvo hace más de medio siglo hasta convertirlos en toros de leyenda. Tan grande como la suya propia.
Nació Victorino en Galapagar en 1929. Heredó un minifundio en la sierra de Madrid, las propiedades del abuelo Venancio. A su padre lo asesinaron en el 36 en Paracuellos. Dio un triple salto mortal. De criador de ganado de carne y lechero, tratante, carnicero y moruchero a imprescindible ganadero de toros bravos en la Historia del toreo. Un proceso largo que transcurre desde la primigenia experiencia con la bravura en la finca de los Hernández y el encaste Vega-Villar, pasa por dar toros por los pueblos serranos de Madrid (Moralzarzal, Las Rozas, Galapagar…) y concluye con la génesis de Victorino como marca registrada.
En 1960 compra un tercio de los toros del Marqués de Albaserrada en poder de la familia de Escudero Calvo hasta completar la adquisición en exclusiva de toda la estirpe con los diferentes herederos. Nadie, ni el propio marqués de la A coronada (hierro de la casa), se situó tanto tiempo al frente de los albaserradas que, en manos de los Escudero, caminaban hacia el matadero. El año 68 fue clave con su debut con una corrida de toros en Las Ventas. Pura dinamita y pura adrenalina. Y desde ahí la forja de su mítica historia. Mucho más allá de la llamada Corrida del Siglo del 1 de junio de 1982 que todo el mundo recuerda: Ruiz Miguel, Esplá y Palomar rindieron Madrid con los victorinos como estelas plateadas. La imagen de aquella tarde, televisada por TVE, y el apoteósico final de los tres toreros y Victorino de nuevo por la Puerta Grande quedaron grabados en la retina de todo el país.