Ciudad Social -Agenda de Transformación para la Gente- Opinión de Carlos Féliz

Por Carlos Féliz Monsalve (especial para Revista Zetta).-Una ciudad social es un concepto permanente y dinámico. Es una idea envolvente, ahí se basa el logro de su concepción y desarrollo, en la que confluyen muchos puntos de vista de la calidad de vida en una URBE, condiciones de las viviendas de su gente, el diseño de su infraestructura, espacios públicos amplios, la movilidad integral y articulada, la seguridad y el orden público generados de la sana convivencia, buenos entornos públicos para la educación con calidad, servicio de salud dignos, sitios para atender la infancia, los adultos mayores, como también los escenarios de desarrollo tecnológico, deportivos, lúdicos y para la cultura, todo enmarcado en la accesibilidad para las personas en situación de discapacidad, y sobre todo una ciudad ambientalmente sostenible.

Es el desarrollo del concepto de urbanismo puro teniendo como esencia la inclusión social, espacial y en las alternativas que se ofrece para el verdadero desarrollo humano, sobre todo de los grupos poblacionales másmarginados y vulnerados; es ahí donde el contexto político juega un papel fundamental para articular intervenciones urbanas con las realidades sentidas de las comunidades.

El tema es concebir una transformación de la ciudad a través de una agenda social revitalizada, con gobernanza pura e intervenciones urbanas y ciudadanas culturalmente arraigadas y perdurables en el tiempo.

El grueso de las intervenciones debe destinar recursos reales, robustos y a la vista hacia las personas de más bajos ingresos que constituyen un grupo marginado del conglomerado social, logrando impactar positivamente el mejoramiento de las condiciones de vida en términos de movilidad, lucha de frente contra la pobreza e integración positiva.

Los planes de desarrollo urbano deben ser manifiestos en la necesidad de insistir en el componente comunitario, en actores referentes y en sus prácticas de uso común. De ahí debe estructurarse una práctica de ejercicios de la función pública basada en el acompañamiento, el respeto, y la valoración de las diferencia que constituyen una ciudad que se enmarca en sus leyes, costumbres, autorregulaciones y distintas normas sociales .

La gran meta y reto es armonizar leyes, posturas morales y culturales, para generar compatibilidad entre reglas formales, valores, principios y nuevamente las llamadas normas sociales; por ejemplo espacios para vivienda, habitad y entorno ambiental debe ser concepciones claves para la vida, encaminadas a la construcción y reconstrucción de las comunidades. Esto lleva a una noción de urbanismo social y participativo como enfoque de desarrollo y estrategia central que busca la participación de la comunidad y apunta al fortalecimiento del tejido social como resultado del mejoramiento de la vivienda y del hábitat popular.

Los principales pilares del avance urbano y social giran alrededor de intervenciones físicas y de dimensión ciudadana, creando herramientas de inclusión en el espacio del territorio, y generando equidad en el acceso a más posibilidades, para hacer intervenciones en las zonas marginales de la ciudad de forma integral con un fuerte peso del componente social, de participación y de cultura ciudadana.

La fortaleza de estos componentes radica en la necesidad de pensar el urbanismo como un gran logro de ciudad cuya continuidad dependerá de la solidez de los mismos y del arraigo en cada una de las comunidades, el reconocimiento del contexto histórico y antecedentes, y la concepción de complementariedad y articulación entre puntos de vista académicos, cívicos, privados y públicos.

Frente a esto el aspecto político sigue siendo eje central para generar garantías para que la ciudad trabaje procesos de políticas públicas incluyentes; estas políticas publicas deberán lograr articular un conjunto de intervenciones, decisiones y acciones priorizadas alrededor de infraestructura física moderna, acompañadas de intervenciones complementarias encaminadas a algo fundamental y que a mi juicio es el centro de la problemática social, y es la construcción de infraestructura social,  -no siempre de cemento- para las comunidades focalizadas.

En esta construcción de esa URBE SOCIAL, esa ciudad informal debe ayudar en la creatividad, innovación, modernización y voluntad política para sentarse a diseñar, adaptar, adoptar e implementar las normas o comportamientos sociales de la vida cotidiana en los territorios específicos o unidades comuneras de gobierno para el caso puntual del distrito de Cartagena; la contribución y la participación de esos territorios específicos informales también es fundamental, ya sea con mano de obra calificada o no calificada en intervenciones físicas o con generación de ideas en la planeación y en las veedurías sociales de observación, que no es más que el verdadero empoderamiento ciudadano.

Sin la participación de la comunidad organizada con sus dignatarios sería muy difícil ya casi que imposible la transformación urbana, particularmente del contexto de ciudad informal. Se trata de que las comunidades acompañen todos los procesos desde las acciones, pasando por la construcción de obra, generación de cultura ciudadana, hasta la operación final de proyectos. Las comunidades no son actores de lujos a los que se les habla de los procesos y se les dan obras a cambio de votos, al contrario son factor y actores fundamentales en las transformaciones que quiere alcanzar la noción de urbanismo social.

Las estrategias de comunicación institucional también son determinantes en la formación de ciudadanía y transformación de los lugares de las unidades comuneras de gobierno en el imaginario colectivo de la ciudad. Sin embargo, frente a los aires de cambios promovidos muchas veces por la administración municipal, las concepciones urbanas y los imaginarios ciudadanos están más apegados al pasado y se resisten a esos cambios.

La ciudad debe llevarse no solamente a los postulados sociales de ese urbanismo emergente, sino también dirigido a cambiar la imagen de la ciudad para hacerla atractiva y funcional a los inversionistas privados; por lo tanto no será solo una vía para generar equidad e inclusión social, sino que hace parte de un modelo de gestión urbana para la venta de la ciudad bajo atractivos de mercados sostenibles, seguros y que den ventajas competitivas.

Repensar la ciudad y sus formas de habitarlas sigue siendo el reto para sus habitantes, y dados los asentamientos que quieren emerger como barrios para ser viables las actividades económicas, la movilidad multimodal, la sostenibilidad, la seguridad y la convivencia, se necesita más bien profundizar la tarea colectiva de comprender el proceso con el fin de tener claros los aspectos débiles y afianzar el urbanismo como norte o meta común.

Este urbanismo debe ser coordinador con actores privados y comunitarios para hacerle frente a complejos retos derivados de la historia de la ciudad, de su geografía, de sus conflictos. Debe abordarse con institucionalidad pública, participación, conectividad y maximización de recursos, para emprender una transformación integral con logros a corto, mediano y largo plazo. Esa coordinación interinstitucional deberá ser clave para movilizar recursos humanos y financieros, y sobre todo para que sea una coordinación gestora bajo pilares de transparencia, innovación, gestión no corrupta, ejecución y liderazgo de avanzada.

La forma de gobernar, los intereses políticos, las ideologías y las posturas coyunturales no deben ser un freno de mano en la construcción de ciudad, en la generación de un proyecto general de urbanismo social, por el contrario debe ser una construcción permanente de conexiones y centros de desarrollo sectorial global, donde esto se vea como un proyecto de dignidad social y urbanística que le permita al ciudadano dormir, pero también soñar con un cambio urbano que lo lleve a cambios en la dinámica política, ambiental, económica y social de sus entornos.

Hacer un frente que conecte lo que ha estado por años desarticulado y poder general propósitos comunes dentro de las diferencias que nos permita decir que si podemos y si somos capaces de hacerlo.

Para terminar es importante señalar que ante esta dinámica política hay que construir proyecciones inteligentes para la transformación de la ciudad para evitar retroceder y generar procesos que nos hagan salir adelante. Con construcción de infraestructura en las unidades comuneras más pobres, la política de seguridad en potestad de la Alcaldía Municipal y la coordinación efectiva a todos los niveles de gobierno para las administraciones venideras. Es la ciudad lo importante, No, los que la administran.

Las propuestas de intervención urbana responden a proyectos políticos a valores culturales, a objetivos de gestión y a cambios sociales que la comunidad debe tener absolutamente claros. Las  soluciones urbanas tienen mucha conflictividad y deben  responder a muchos problemas a la vez, no se debe abordar la transformación a través de miradas o intervenciones sectoriales, individuales o mezquinas, debe ser una visión de ciudad moderna y flexible que se quiere construir entre todos.

Esa Ciudad social e incluyente debe ser un valor agregado y un hecho de transformación real y permanente para nuestra gente.

 

Por: CARLOS FELIZ MONSALVE