Por Horacio Cárcamo Álvarez (Especial para Revista Zetta).- A pesar de no haber superado el domingo pasado la consulta anticorrupción el umbral exigido para tener jurídicamente fuerza vinculante, su contundencia electoral, sin precedentes en la historia desde la misma séptima papeleta, no tiene controversia. El resultado obliga ética y políticamente al Gobierno y al Congreso de la República implementar normativamente la decisión soberana, ojala sin conejos, ni orangutanes. Es obligatorio para ellos leer el mensaje de las urnas al pie de la letra, sobre todo aquellos sectores que aterrorizaron al pueblo con que nos convertiríamos en otra Venezuela, donde la dictadura reprime la movilización ciudadana y desconoce el veredicto de las urnas si se votaba por el candidato de la Colombia Humana.
Contra la mala leche de algunos dirigentes políticos que se desmontaron a última hora, la indiferencia de los partidos políticos tradicionales (clientelistas por esencia) y el oportunismo de uno que otro gobernante que aprovecharon la nobleza de la causa para posar de significativos el resultado de la consulta supero al pronóstico.
Sin transporte, compensaciones, ofrecimientos ni gamonales más de 11.600.000 votos en las urnas dejaron de presente que hay sectores de la sociedad, en creciendo, cada vez más libérrimos, críticos y en rebelión contra el status quo de cosas que le tienen indignados. La corrupción es el detonante, la chispa que ha quemado el bosque seco, y la ciudadanía libre, como la define Petro, es la madera verde que en las calles con valor, ese si patriótico, se resistirá a la reforma tributaria, al retorno de la guerra y a las prácticas corruptas que han permitido el surgimiento de una nueva clase mafiosa y ostentosa como la de los traficantes de droga que no solo ha empobrecido a las comunidades, sino que las ofende.
La consulta popular es un instrumento de ampliación de la democracia hacia la noción de la participación; es además una nueva forma de integración del hombre a la sociedad, así lo expreso el gobierno de Gaviria cuando presentó el proyecto de Constitución Política a la asamblea constituyente del 91. La decisión del pueblo es obligatoria, ineludible. Antes había manifestado el emperador Lucio Aurelio Cómodo Antonino en el Senado Romano, que la voz del pueblo es fuerte y clara. El presidente Duque, a quien hay que reconocerle su compromiso con la convocatoria tiene la oportunidad de unirnos en torno a un propósito superior: la lucha contra la corrupción, cáncer que hizo metástasis en la salud de la nación.
Agosto 27 de 2018.