Por Luis Alberto payares Villa (Especial para Revista Zetta).- Les pido a mis lectores excusas por haber titulado mis dos últimas columnas (incluyendo esta), con una pregunta.
Quizás por la lejanía de mi terruño, y que no respiro el olor a salitre y a mar que se desprende en la atmósfera de mi querida Cartagena, que me hago estas preguntas, de un viejo quejoso. En la bella Cartagena las preguntas que se hacen muchas veces quedan en solo el interrogante, no hay respuesta alguna. O dígame qué pasó con los paraderos aquellos que se hicieron y que nunca sirvieron para nada..?, o dígame usted querido lector qué pasó con la caída del puente Heredia..? Hay algún detenido o algún responsable por semejante irresponsabilidad..?, son solo dos preguntas que se me ocurren desprevenidamente y ninguna de las dos tiene respuesta.
Así es nuestra querida ciudad, coaptada por una clase política corrupta, que la ha llevado a ser una de las ciudades más desiguales del mundo. Pero más que culpar a otros debemos hacer un acto de constricción, y de mirar hacia dentro de nuestros quereres y pensamientos. Todos tenemos la culpa de lo que pasa en la ciudad. Absolutamente todos, hasta el perro que hace las deposiciones en la calle y usted no las recoge, así actuamos, o actúan muchos.
Cartagena se ha convertido en la ciudad de la indiferencia absoluta, donde no hay el más mínimo asomo de asombro por lo que ocurre, por lo que pasa y por el grado de atraso en materia de infraestructura, educación y en todos los niveles. Quizás a algunos no les guste este panorama que se muestra apocalíptico, pero no hay que esconder nada. Cartagena se da el lujo de aportar un buen porcentaje del PIB de este país, somos la segunda ciudad que aporta a este ítem del crecimiento económico, pero con unos índices desorbitantes de desigualdad y pobreza. Mi amigo Juan Gossaín en una de sus crónicas describió a Cartagena como un “diamante en una plasta de mierda”, y creo que tiene razón, con la única diferencia es que ese diamante cada dia es mas pequeño, y los excrementos son cada vez mas.
El corralito de piedra, La fantástica, son algunos de los adjetivos calificativos que últimamente la han conocido como una ciudad escandalosa en todos los niveles, desde políticos hasta meretrices, concejales detenidos. La ciudad que en los últimos 10 años ha tenido más alcaldes, récord Guinness.
Voy a Cartagena con poca frecuencia, pero cada vez que voy la veo peor, con las calles destapadas, poca infraestructura, con un servicio de transporte ilegal, legalizado a través de la costumbre, llamado mototaxi, en el cual se esconden gran cantidad de delincuentes. Y pensar que recientemente se dijo que TRANSCARIBE estaba dando pérdidas, causa escozor labial que uno de los proyectos con más sobrecostos de este país se dé el lujo de arrojar déficit.
Pero bueno hasta aquí dejo mi letanía, les prometo que la próxima columna es de deportes, solo que tenía está en el tintero del corazón y si no la escribía me podría dar un infarto. Todavía me quedan como 100 series mundiales por ver.
Desde el barrio Boston, en la hermosa y bella Barranquilla, les digo: Pórtense bien, cuídense y que sean muy felices.