Casi a las ocho de la noche se apagó la luz del Despacho. Yolanda Wong salió a la plaza de la Aduana, se despidió de dos asistentes y se fue a cenar con su hijo. Estando con él, miró a su celular y vio un mensaje de WhatsApp proveniente de Revista Zetta, donde se informaba de la designación de Pedrito Pereira Caballero como nuevo alcalde de Cartagena. Se alegró.
Minutos antes de salir de su despacho, había concluido una reunión con Edurbe, la última de varias agendadas. El martes es el único día en que lo dedicaba por entero al trabajo de oficina, pues los demás estaban privilegiados para visitas a la comunidad, sin importar la hora.
“Yo tengo mis motetes listos” había dicho varias veces a las preguntas de los periodistas, respecto de la designación de un nuevo alcalde. “Yo no estoy atornillada al cargo, y desde un principio estaba lista para permanecer un día, una semana o tres meses”, recalcó.
A Yolanda fue rutinario verla con una gorra de la Policía, encabezando operativos de control en la madrugada, o inspeccionando obras, o en tenis caminado los recovecos de los barrios. Dejó ver su estilo ejecutivo, lejos de los protocolos.
El encargo le llegó en un momento difícil para la ciudad (como lo viene siendo desde hace siete años). El alcalde elegido en atípicas, Antonio Quinto Guerra, le ponía fin al encargo de Sergio Londoño Zurek, quien llegó para apagar el incendio de la suspensión y renuncia del Manolo Duque. Pero a Quinto se le acabaron los días por cuenta de una suspensión proveniente del Tribunal Administrativo de Bolívar a petición de la Procuraduría General de la Nación, cuyo jefe, Fernando Carrillo, desde la campaña lo tildó de inhabilitado por cuenta de un contrato.
En el interregno, Yolanda trabajó con ellos. Con Manolo fue directora de la Escuela de Gobierno, y la entidad pasó de ser un “relleno” a protagonista; luego acompañó a Sergio Londoño, quien la trasladó a la Secretaría del Interior por “tropera”, por su compromiso de trabajo y por no tener horario; luego llegó Quinto, se entendió con él, y fue ratificada. Al presentarse la suspensión del cargo, el entonces presidente Juan Manuel Santos le confió los destinos de la ciudad. Hasta la noche de este martes, cuando salió de su despacho y fue a cenar con su hijo.