Por Álvaro Royo (Especial para Revista Zetta).- (Xiamen – China).-Unos 800 metros de mar separan a la isla de Gulangyu de Xiamen, son pocos minutos en ferry, con una extensión de unos 2 kilómetros cuadrados, más o menos lo que tiene la isla de Manga en Cartagena, con una historia y una arquitectura neoclásica como la de Manga también, sus respectivas administraciones tomaron medidas diferentes y los resultados son totalmente opuestos (sin entrar a juzgar cual resultado ha sido mejor).
Corría el año de 1842 y China había perdido la isla de Gulangyu luego de su derrota en la primera Guerra del Opio y firmado el tratado de Nanking, esta se convirtió en un puerto importante y más de 13 países establecieron embajadas aquí, incluidos Gran Bretaña, Japón, Estados Unidos, Suiza, los cuales además establecieron iglesias, hospitales y construyeron mansiones gigantes donde vivían con sus familias y la isla se convirtió en una especie de centro diplomático, de negocios y veraneo de la élite extranjera mundial que hacía negocios por esta parte del mundo; la presencia china dentro de la isla estaba limitada a algunos trabajos de servidumbre, limpieza y labores de construcción.
Cien años duró esta primera época de esplendor de Gulangyu hasta que en 1942, a raíz de la invasión japonesa, estos se tomaron la isla y luego de la Segunda Guerra Mundial esta paso a ser parte de China nuevamente, pero para esta época ya estaba convertida en ruinas y tuvieron que pasar más de 40 años para que el gobierno tomara medidas que permitirían tener lo que tienen a día de hoy.
A Gulangyu no se puede acceder por puentes, solo por ferry y este tarda unos 10 minutos en llegar, presta su servicio cada media hora y por las 24 horas, la isla es totalmente peatonal, a pesar de vivir allí cerca de 30 mil personas no están permitida en ella, ni vehículos, ni motocicletas, ni bicicletas, únicamente se puede recorrer caminando. Han abierto una serie de museos de música, de historia, teatros, acuario, aviario, restaurantes, hoteles, paseos peatonales, le crearon playas artificiales, la arborizaron y la iluminaron, en últimas la convirtieron en un sitio de ensueño para caminar, vivir y disfrutar en paz.
Paz que sería total si no fuera porque esta isla que también es patrimonio de la humanidad es uno de los sitios turísticos más visitados del mundo, si te puedes salir del circuito turístico por donde van caminando todos los visitantes que llegan, entonces todo va bien, pero si no, es un hervidero de gente más o menos durante 12 o 14 horas diarias.
Esta isla tiene una media de 60.000 visitantes diarios, óigase bien sesenta mil, es como tener un partido de futbol en un estadio con 60 mil espectadores todos los días del año, sus residentes se enriquecieron porque el precio de la vivienda se disparó pero esto ha traído otro tipo de inconvenientes que poco a poco han ido solucionando.
Volviendo a la isla de Manga, esa isla que fue un remanso de paz a principios y mediados del siglo XX donde las élites de Cartagena establecieron un barrio de casonas señoriales y poco tráfico vehicular y luego lo que hicieron a finales del siglo 20 fue conectarla aún más a Cartagena con puentes y avenidas para que perdiera su vocación de oasis dentro de todo lo que era el núcleo urbano de la ciudad y la convirtieron en lo que es hoy en día, un barrio no asediado por turistas que enriquecen a sus habitantes, sino por vehículos y edificios de vivienda e institucionales que le arrebataron las paz que tenía en épocas pasadas.
Las casonas de Manga eran más de 100, ya solo quedan en pie poco más de 20 y su deterioro, a excepción de las más emblemáticas, sigue siendo preocupante, no hay acuario, ni aviario, ni museos, ni teatros, ni paseos peatonales acordes a la majestuosidad del barrio.
Cuánto daño le ha hecho a la isla de Manga el haberse convertido en un sitio de tránsito para ir al Bosque, al Pie de la Popa o al Centro, le vendría bien hoy en día una desconexión parcial del resto de Cartagena, como su misma geografía nos lo muestra.
Es que con un solo vistazo al mapa de la ciudad, nos podemos dar cuenta que Manga no está comunicada, Manga siempre quiso estar sola, y el haber ignorado eso nos ha entregado el resultado que tenemos hoy.
Thinking
Cuando leo en las noticias los deterioros de los puentes que conectan a la isla con Cartagena me pongo a pensar si no sería mejor cerrarlos y crear una nueva dinámica de tránsito hacia y desde Manga, con prioridad para sus residentes, una desconexión parcial que haga al barrio entrar en una nueva dinámica que lo empiece a liberar de todo eso malo que trajo lo que llamamos “modernidad”; Manga es un elemento con vida e historia propia, que depende pero al mismo tiempo tiene una independencia del resto de la ciudad, esa vocación hermosa está cubierta por todo eso que se le ha colgado y colado en los últimos 50 años y que lo han tratado de convertir en otra cosa que no es.
No le luce al barrio de Manga ese vestido de remiendos que lleva puesto actualmente, su porte y elegancia señorial se merecen otra cosa.
Un abrazo!
Alvaro Royo
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