Por César Pión González (Concejal de Cartagena).- (Especial para Revista Zetta).- A falta de pan, buenas son tortas, dice el adagio de la conformidad y que hoy bajo las circunstancias que vive nuestro distrito y desde la óptica del desarrollo social medida por la pobreza monetaria, intolerancia de sus ciudadanos, ausencia de oportunidades educativas, masificación de la informalidad laboral y carencia de amor por la ciudad, amerita más que nunca el proceso de cultura ciudadana tan requerido y anhelado para que las tortas no reemplacen el pan.
Qué interesante pedirle a este medio publicitar el requerimiento y recibir ofertas que pudiéramos hacer masivas y enviarlas al mandatario de turno para que junto a diferentes sectores, comunales, gremiales y académicos, las analizaran para su aplicación.
Discutir si fue primero el huevo o la gallina debe ser página leída, ya que todo proceso de recomposición, rescate y mejoramiento social aun en medio de las necesidades, necesita una actitud mental dispuesta, consciente y con visión.
Hay que contagiarnos, hay que ‘epidemizarse’ de la necesidad colectiva, buscar siempre lo positivo sin profundizar en lo que nos pueda separar. No podemos permitir que siga haciendo carrera la búsqueda del error o el desacierto, hoy no se escuchan las propuestas ni se afianzan para impulsarlas, hoy se centra la atención en dónde se equivoca o qué se expresa mal, hemos dejado correr la cultura de la negación, negarse a sí mismo de la posibilidad.
La ciudad se mueve en los supuestos, en los anonimatos que no dan la cara sobre la excusa de las retaliaciones y la impunidad, y lo más grave aún, medios que se prestan a la multiplicación de lo subjetivo bajo la llave maestra de la opinión, “el supuesto”; se ha hecho tan fácil decretar la deshonra y lapidar la personalidad, las tarifas dirigen la expresión y el titular es la daga que enaltece, neutraliza, arrincona o asesina.
La cultura ciudadana es el inicio de la revolución mental, la cultura ciudadana debe darnos los primeros peldaños para retomar la fraternidad. Un pueblo sin cultura social es un pueblo suicida.
La sonrisa, la amabilidad, los buenos días, me permite, me excusa, yo cojo la fila, siga usted, muy amable, hasta luego, yo tomo la cebra, yo llego al paradero, yo pago los impuestos, no utilizo la bocina sino en urgencia, entre otros, deberían ser el pan de cada día sin que nos alimentemos de la mediocridad bajo el lema de la complacencia.
“La confianza ha de darnos la paz. No basta la buena fe, es preciso mostrarla, porque los hombres siempre ven y pocas veces piensan”: Simón Bolívar.
La crítica no objetiva irá agrandando abismos en el tiempo y la sutura cultural irá cicatrizando las heridas del alma para no vivir resignado a que “a falta de pan, buenas son tortas”.
“Hay que contagiarnos, hay que ‘epidemizarse’ de la necesidad colectiva, buscar siempre lo positivo sin profundizar en lo que nos pueda separar”.