Por Carlos Féliz Monsalve (Especial para Revista Zetta).- En mi recorrido por Simití, me detuve a escuchar de primera mano los principales problemas que aquejan a sus moradores, y si bien existen algunas brechas de inconformismo relevantes, creo que la más importante es la relacionada con el motor económico de este municipio.
La cabecera de Simití está ubicada a orillas de la ciénaga que lleva su mismo nombre. Es en el borde de esta ciénaga, donde nació la estirpe de un pueblo pujante y trabajador, que tuvo en algún tiempo su impulso financiero en este cuerpo de agua, ya que la principal actividad económica practicada es la pesca.
Y es que según lo conversado, hace muchos años en un día de faena se podían apresar más trescientos peces, lo que representaba hasta 80.000 y 90.000 pesos diarios para las familias. Sin embargo y de cara a ello, hoy en día la Ciénaga de Simití afronta una crisis ambiental suscitada por diferentes factores, que de una u otra forma han empañado su grandeza.
La minería ilegal, los cultivos ilícitos en la región, la falta de alcantarillado en su cabecera y zona rural, la inconsciencia de algunos, los basureros circundantes y la pesca ilegal, son los principales motivos que mantienen sumido a este recurso hídrico, en un estado de contaminación que ha dado como resultado la falta de reproducción de los peces, así como su migración.
Estos hechos, adversos para el ecosistema existente en la ciénaga, han devorado la fuente de sustento de los simiteños, por lo que, muchos pescadores en procura de conseguir medios para subsistir, han decidido tomar oficios diferentes, es decir, la problemática ecológica ha lesionado la idiosincrasia de esta municipalidad, pues también ha derivado en una crisis humana, porque sus viejas costumbres con el paso indiscriminado del tiempo están llamadas a desaparecer.
No obstante, soy optimista al creer que, con acciones a corto y mediano plazo, podemos recuperar la ciénaga. En primer lugar, es de aplaudir la actitud de muchos pescadores simiteños que han decidido cuidar por su cuenta la base de su economía, guiados nada más por la voluntad de transformar socialmente lo que un día fue su empresa. Pero aquí necesitamos el acompañamiento de todos, no de unos cuantos, para que las campañas y controles de conservación y preservación sean adoptadas por la comunidad en general. La ciudadanía debe ser parte activa en este proceso de rehabilitación.
Como segunda acción, propongo trabajar desde los diferentes gobiernos, para conseguir la construcción del sistema de alcantarillado que tanto necesita el municipio, y estamos en deuda con ello. Los residuos sólidos arrojados, así como las aguas servidas que van a parar en la ciénaga, terminan por destruir el soporte de esta comunidad. Por respeto al medio ambiente, por nuestra gente y por la historia de casi quinientos años de existencia de este pueblo, debemos apostar por soluciones que generen impacto y propongan caminos de desarrollo.
Los simiteños van a ser parte de la integración ambiental que ya ha beneficiado a otros rincones del departamento. En la próxima agenda gubernamental, el alza de desarrollo deberá comenzar por Simití y se extenderá a los demás municipios de esta invaluable región de Bolívar.
CARLOS FELIZ MONSALVE.