Por Carlos Féliz Monsalve (Especial para Revista Zetta).- Magangué es la segunda ciudad más importante del departamento, y esto no se debe solo a su alta densidad poblacional, sino por la ubicación privilegiada que ostenta, donde las industrias, comercios y servicios de gran parte de Bolívar convergen. No obstante a lo anterior, considero que este municipio con su vocación de gran centro urbano, debe ser visto como una Ciudad – Región.
En ese orden de ideas, “La Capital de los Ríos”, como también es conocida Magangué, debe aprovechar al máximo la riqueza hidrográfica que posee (en este lugar desembocan los ríos Cauca y San Jorge en el Magdalena), pues además de emprenderse acciones para la recuperación de la pesca como alternativa económica importante, debemos propugnar por que los ríos que la bañan, se conviertan en el motor de su economía y el intercambio comercial de toda la región circunvecina, es decir, este gran centro urbano deberá ser la bisagra que conecte al sur del departamento con los demás rincones de Bolívar, a través de su trascendental ruta de comercio, lo que permitirá no solo el aprovechamiento de los productos e insumos que por ella transiten, sino la exportación de sus propias materias.
El aprovechamiento de su gran complejo cenagoso también debe ser una apuesta real, que será acompañada de las obras de infraestructura necesarias para la mitigación de los posibles riesgos de desastres que de esta zona se puedan derivar, adaptando a las comunidades a los cambios climáticos existentes, y los fenómenos cíclicos que por cada temporada azotan la cotidianidad de los habitantes. Así mismo, la interconexión de la Mojana Sucreña y Bolivarense, por medio de la materialización de la obra llamada la Ruta del Arroz, permitirá que toda la carga arrocera cosechada en esta región sea procesada en los molinos magangueleños, los cuales representan un porcentaje importante en la producción de esta semilla a nivel nacional.
La debida planificación de las obras a ejecutar en esta prolífica área, además de construir comunidades resilientes dentro de nuestro territorio, apalanca la competitividad e industria agrícola. Magangué debe ser pionera en el motor de cambio para la industrialización del campo, lo que a su vez permite la sostenibilidad financiera y la generación de empleos. Y es que el impulso que se requiere para dar a paso a la empresa agrícola, necesita de la dignificación del trabajo.
La inversión social también jugará un papel fundamental dentro de la agenda de transformación, ya que la educación debe ser la piedra de soporte de cada una de las acciones lideradas para la construcción de una sociedad más optimistas y fraternal. En ese sentido, el aprovechamiento del tiempo libre de nuestra juventud magangueleña, antes y después de la terminación de la educación básica, será una constante. La Universidad de Cartagena y el SENA como insignias educativas, deben tener una presencia permanente e integra dentro de Magangué. Toda la oferta institucional debe ser puesta a órdenes de la ciudadanía, porque solo a través de la formación ayudamos a un verdadero crecimiento y generamos mayores oportunidades de desarrollo.
El concepto de Economía Naranja también debe integrarse dentro de esta sociedad. Estas industrias sin chimeneas de vieja data, deben hacerse un hueco dentro de la economía local. Para ello, propongo la recuperación y reconstrucción de la zona de La Albarada como un corredor turístico con sentido “ecoambiental”, para atraer a propios y foráneos a contemplar la inmensidad de paisajes inigualables a orillas del Río Magdalena. Con esto, bajo ninguna circunstancia pretendo que quienes han desarrollado su actividad económica por años en esta parte de la ciudad, se van desplazados, pues también se invertirá en soluciones de reorganización del espacio público, convirtiéndolo un poco más amigable a los aires de la comunidad en general.
Por otra parte, y a fin de ser coherentes con la envergadura de ciudad que soñamos, necesitamos adoptar las medidas que impacten notablemente en la prestación de un sistema óptimo de agua potable, alcantarillado y disposición apropiada de desechos sólidos. No podemos seguir concibiendo a Magangué como la piedra angular de desarrollo de nuestro departamento, si sus habitantes carecen o no gozan en su totalidad de estos servicios públicos esenciales para el progreso humano.
Con la materialización de estas propuestas, construidas con el sentir de nuestra gente, convertiremos a Magangué el nodo de desarrollo de Bolívar, junto con la ciudad de Cartagena, dado que cada una de las prerrogativas a edificarse deben estar encaminadas al aprovechamiento de las potencialidades de su región, con respeto al medio ambiente y pensando en el bienestar de la ciudadanía. Aquí la apuesta será total, porque si a Magangué le va bien, los demás municipios dentro de su área de influencia también se beneficiarán.
CARLOS FELIZ MONSALVE