Por Juan Camilo Romero (Especial para Revista Zetta).- Caminaba de tarde un viernes de enero por las calles del centro histórico, la brisa refrescaba lo caluroso del día y le daba paso a la noche, el color naranja del cielo y la elegancia propia de estilo colonial invitaba a la bohemia y al goce pagano al tenor de los sonidos del Caribe y los sones del valle del cacique upar.
Pude darme cuenta que el edificio de la aduana había quedado como sede protocolaria del Alcalde, solo se utilizaba para eventos gubernamentales de tipo internacional tales como las recepciones a jefes de estado de otros países, seguí caminando y me di cuenta que todos los vendedores ambulantes que antes saludaba a mi paso, estaban organizados en casetas diseñadas arquitectónicamente en armonía con el paisajismo urbano de la ciudad. El edificio del cuartel del fijo funcionaba como un lujoso hotel donde el Distrito de Cartagena era el dueño mayoritario de su composición accionaria y los trabajadores eran todos Cartageneros que habían sido formados para atender ese establecimiento
Con asombro advertí que se podía parquear en las aceras de las calles, con la grata sorpresa que había cupos, fue cuando caí en cuenta que todas las dependencias públicas de la ciudad, habían sido trasladadas hacia una ciudadela administrativa construida en la zona del antiguo mercado de bazurto.
Todos los edificios públicos a excepción de la Universidad de Cartagena que su claustro siguió funcionando tal cual, funcionaban como hoteles y restaurantes de lujo para atender a los turistas nacionales e internacionales, sus empleados como les había dicho antes, se habían formado en la Universidad Distrital Pedro Romero y el Instituto Tecnológico para la Industria y el Turismo de Cartagena, el alcalde que lideró ese proceso, constituyó sociedades de economía mixta donde el Distrito tenía la mayor porción accionaria y le representaba réditos económicos a la ciudad y a su vez generaba empleo y disminuía poco a poco la brecha de desigualdad existente.
Cartagena si se ve bonito de noche, como decía un viejo amigo de Arjona, contento con lo que estaba pasando en la tierra en que nací, procedí entonces a visitar el barrio donde me crié, cogi un taxi y luego de poner en cero el taxímetro arrancamos para el Campestre, cuando íbamos pasando por el puente roman pude apreciar el viaducto que comunicaba a Castillogrande con la zona de mamonal, de igual manera la quinta avenida de manga, fue cuando me dije las cosas están saliendo bien en esta administración, seguimos por la carretera del bosque y al pasar por Ceballos sentí satisfacción al no ver el esperpento del peaje urbano. Llegue al barrio y me salude con los amigos de infancia, quienes me comentaban felices los adelantos que había tenido Cartagena, los distintos parques en todos los barrios, los escenarios deportivos, el Coliseo de ferias Joe Arroyo, el paso elevado y round point a lo largo de la Pedro de Heredia, la perimetral llegaba hasta bayunca más exactamente hasta el aeropuerto regional, en fin Cartagena era otra desde que llegó a la Alcaldía una persona que se preparó, logró el favor de las mayorías y se dedicó a brindar solución efectiva a los problemas de la ciudad. Tanto que estaba por culminar su segundo mandato.
Caminaba desprevenido cuando siento una moto de la policía detrás de mío, me devuelvo y les pregunto que pasa, me responde el agente; Alcalde usted no puede estar por fuera sin el esquema de seguridad, cuando le iba a responder, sentí los ladridos de Gabito, mi perro, quien afanosamente pretendía sacar a un gato intruso del patio, me desperté, bañado en sudor, con sed y frustrado porque se había ido la luz, fue cuando comprendí que todo había sido un sueño, pero quedé con algunas dudas por ejemplo: ¿será que si un alcalde hace todas esas cosas por su ciudad necesita andar con esquema de seguridad? ¿será que algún día llegaremos a tener todas esas obras? Por lo pronto a seguir trabajando porque los sueños se forjan dormidos pero se hacen realidad trabajandolos día a día y se hidratan con el sudor de la frente.