El ímpetu que ha distinguido a Shirlis Beleño en su inspiradora trayectoria de vida, es el mismo que quiere inyectarle al Concejo de Cartagena.
La mujer que nunca se arrugó ante las dificultades de la vida y que supo ver en cada obstáculo una oportunidad, ahora quiere poner toda esa experiencia al servicio de la ciudad. Tiene asignado el número 3 en la lista al Concejo del partido ASI, una halagadora coincidencia con los tres grandes momentos de su vida.
En un momento crítico, debió sobrevivir. Por ella y por su familia, cada madrugada se le vio ir desde el barrio San Fernando, -a donde fue a residir luego de pasar su infancia en su natal Olaya Herrera-, hasta Bazurto, por todos los recovecos, vendiendo pasteles. Ella misma compraba los insumos, los preparaba, cocinaba, empacaba y salía a vender. Todos los días, de eso ya veinte años.
Como la conocían en toda la plaza, amplió su oferta y también vendió empanadas y otros comestibles, pero lo que mejor utilidad dejaba eran las rifas. Era tanto el cariño de sus clientes que muchos le dejaban el vuelto, para que su ganancia fuera mayor, o le decían que se quedara con el premio de la rifa.
En esa dinámica llegó otro gran momento. Un comerciante que le tenía gran aprecio, le dijo que Guillermo el “Cachaco” Ramírez necesitaba a alguien para hacer una encuesta. Ella, sin idea de cómo se hacía, fue a la cita. A cada pregunta respondió con convicción que sí sabía de estadística, tabulaciones, indicadores y demás menesteres de esa actividad. Se comprometió a entregar los resultados en un mes.
Se entregó de lleno y a los 20 días ya la tenía lista. Aprovechó que la conocían en todo Bazurto y pudo levantar la información y procesarla. Tan bueno fue el trabajo, que el Cachaco le pagó un bono adicional. Pero hasta ahí. Siguió vendiendo pasteles.
Tiempo después, la llamaron del gremio de los mayoristas. Necesitaban a alguien que hiciera “mandados” para la asociación: pagar recibos, hacer consignaciones, entregar correspondencia. Era un trabajo de medio tiempo, y Shirlis se le midió.
En breve pasó a ser asistente administrativa y, con el paso del tiempo, llegó a la cúspide de la entidad, como reconocimiento a su natural capacidad de gestión, iniciativa, liderazgo y sentido del servicio. Desde entonces, dejó de hacer pasteles y se ha entendido de cada problema de Bazurto: educación cívica, aseo, movilidad, seguridad, espacio público, ambiente, entre otros.
Todas esas problemáticas, que también se viven en otros sectores de la ciudad, la llevaron a estudiar Administración Pública en la ESAP, pues ha descubierto en la academia otra fuente de inspiración para su vocación de servicio.
Hace tres meses le llegó una propuesta que le sorprendió y que es la antesala de un nuevo momento en su vida: “Queremos que te lances al Concejo”, le dijeron varios comerciantes. El asombro fue mayor al pensar ella que cada uno de los proponentes bien podría apoyar a alguien de su círculo familiar, o a una persona con trayectoria política. Pero no, querían que fuera ella. Así que renunció a la dirección de Acoviba y emprendió el camino que la conducirá al Concejo de Cartagena.
Bazurto tiene tanta repercusión en Cartagena que el mensaje se ha irradiado por todos barrios populares y corregimientos, y ahora su agenda está mas atiborrada que siempre. Espera resultar elegida y trabajar por el bienestar de los comerciantes, comenzando por aquellos que, como ella lo hizo, día a día buscan el sustento básico de sus familias. Es Shirlis María Beleño Zarza, la olayera que conquistó Bazurto y ahora va por el Concejo de Cartagena.