Por Álvaro Royo (Especial para Revista Zetta).- (Xiamen – China).- Pareciera que la ONU es un club de amiguetes donde entre los más fuertes se tapan el rabo y joden a los más débiles mirando para otro lado, mientras en sus países ricos, los políticos gritan y pregonan a favor de un estado social de derecho y protección de derechos laborales y humanos, todo esto, claro, de fronteras para adentro. Afuera de sus fronteras, ¡marica el último!
Corrían los años de finales de 1700, Francia era una potencia mundial súper poderosa, al tiempo que expandía su poder dentro de ella había mucho inconformismo social que tenía en marcha lo que en historia conocemos como la Revolución Francesa, movimientos que estallaron en luchas sangrientas entre el poder establecido contra el pueblo que reclamaba reformas, el final del feudalismo y mayores derechos, mejor calidad de vida, la revolución francesa que se inició para esos años y culminaron a mediados de los años 1800 básicamente sentó las bases para la democracia moderna y las repúblicas del mundo como las conocemos hoy.
Resulta no menos paradójico que uno de los pilares económicos de la fuerza y potencia de Francia en esa época colonial, era una colonia de ellos llamada Haití, era una máquina de hacer dinero para los franceses pero esto se lograba vulnerando todos los derechos que dentro de Francia se reclamaban en esos momentos.
Haití era receptor de más del 30% de la mano de obra esclava que salía de África, sus grandes ingenios azucareros, el 75% del azúcar que se consumía en el mundo era haitiana, también producían café, tabaco, algodón, cacao e índigo (un colorante textil) por todo esto era considerada la joya de todas las colonias en América, como dije antes, toda una máquina de hacer dinero.
Pero ¿cómo se lograba esto? Pues con un sistema de esclavitud y una mano dura que masacraba a quien se atreviera a desafiar o mínimamente quejarse de los abusos y maltratos de sus supervisores de producción, el promedio de vida entre los esclavos de la isla era de 21 años debido a las pesadas cargas de trabajo y los sadismos y abusos a los que eran sometidos.
Están enormemente documentados los desollamientos vivos de los esclavos por parte de los supervisores franceses dentro de Haití, ahorcamientos públicos y masivos sin causa aparente, darle de comer a los perros hambrientos a cualquier esclavo que desfalleciera por exceso de trabajo, enterramientos vivos también como crucifixiones. Todo esto en nombre del negocio y la producción así como de la prosperidad de una empresa, negocio o nación.
Por el año de 1789 las noticias de la Revolución Francesa llegaron hasta Haití donde los esclavos se preguntaban cómo harían ellos para replicar esas reclamaciones allí.
Dos años después en 1791 un jamaiquino inició la revolución en Haití que luego de 12 años de sangrientas batallas logró matar y expulsar a todos los blancos de la isla.
Ante esto, y el levantamiento justo por los abusos, los haitianos no fueron reconocidos por ninguna potencia o país de la época como estado libre, y además de esto los franceses declararon un bloqueo naval a Haití el cual llevarían a cabo si no firmaban un acuerdo que los obligaba a pagar 150 millones de francos de la época unos 21 mil millones de dólares del día de hoy.
Los haitianos firmaron, fueron reconocidos como república independiente y solo terminaron de pagar esa deuda 122 años después, en 1947. Con todos sus intereses.
Hoy en día puedo ver al presidente Pedro Sánchez de España y a todo el Congreso de su país hablando de derechos humanos, estado social de derecho, estabilidad y protección de los derechos laborales mientras en otra sesión ese mismo congreso pone de ejemplo y condecora con gran orgullo a la empresa Zara la cual cuenta con cientos de tiendas de ropa alrededor del mundo, orgullosamente española pero que de eso solo tiene el nombre porque los textiles vienes del medio oriente y sus grandes fábricas producen en enormes campos de concentración en Bangladés, Tailandia, Myanmar o Vietnam. Empleados miserablemente pagados, en condiciones laborales sin ningún tipo de seguridad, con accidentes y mutilaciones diarias, malos pagos y horarios que rayan en la esclavitud, no hay desollamientos ni ahorcamientos pero te condenan a morir en vida y a vivir muriendo.
En los años 70, 80 y 90 fueron cientos las compañías de Estados Unidos y de muchos otros países que se establecieron en China buscando mano de obra barata y condiciones laborales miserables, se lucraron de la miseria y el hambre, del potencial empleado dispuesto a trabajar por unos pocos dólares, llevan más de 30 años haciendo dinero con las miserias ajenas mientras en el Congreso de Estados Unidos y de esos otros países se legisla para proteger al empleado, de fronteras para adentro, ¡claro está!
Thinking
Y ahora por cuenta de la guerra económica entre Estados Unidos y China, el presidente Donald Trump le ha ordenado a sus empresas que salgan de China, claro, ahora sí, que salgan rápido porque la mano de obra barata en China ya se acabó.
¡Que se vayan para Myanmar, Bangladesh, Laos o Vietnam, que allá están los casi esclavos que necesitamos!
Como siempre allí está mi email al pie de página para los que quieran escribirme sus opiniones acerca del tema y como mucho gusto les responderé
¡Un abrazo!
enchina@gmail.com
0086-13559231344