Por John Zamora (Director Revista Zetta).- Cualquier militante de la JUCO, MOIR, PC o la UP ve la foto y solo atina a decir: “¡Oligarcas, aristócratas!”
Pero no. Son “alternativos”, como ellos mismos se denominan. Claudia Fadul, Jaime Hernández Amín, Sergio Londoño Zurek y Nabil Báladi Gedeón, quienes aspiran a la Alcaldía de Cartagena y anunciaron que tienen propósitos de unión, aunque no dijeron ni cómo ni cuándo.
En esto de la política, y más precisamente del mercadeo político, el primero que llega bautiza las cosas, según su imaginación. Alguien por ahí se hizo llamar “decente” así le pegue a las mujeres; otro por allá se hizo llamar “democrático” como si los únicos votos otorgaran tal dignidad fueran los propios; aquel se autoproclama del “cambio” con apellido “radical” pero ni fu ni fa; el vecino se dice de “centro” y la brújula la tiene hacia la derecha… en fin. Estos decidieron llamarse “alternativos”, así que vamos a intentar descifrar qué quieren decir.
La alternativa es una noción que depende de otra, necesariamente. Algo existe y surge una alternativa. Sin ese algo, la alternativa no nace. En nuestro proceso electoral, ese “algo” tiene dos nombres: William García Tirado y Yolanda Wong. Si no estuvieran en la contienda, de seguro no habría “alternativos”. Y no es por sus nombres sino por los sectores que representan, es decir, las organizaciones políticas vigentes. Pero es iluso pretender que quienes se dedican a la política renuncien precisamente a abstenerse de tener candidatos. Así que los “alternativos” están y serán porque existen primero los candidatos de las estructuras.
Ahora bien. Para no personalizar, examinemos la naturaleza “alternativa” de las organizaciones que representan.
Sergio Londoño perteneció al Partido de la U, de donde pasó directo al santismo, y recibe aval de Colombia Renaciente, partido absorbido por santistas y liberales antigaviristas. Es decir, política tradicional.
Jaime Hernández siempre fue liberal… “gossainista” en lo regional, “cristista” en lo nacional, y renunció a esa militancia. Es decir, a la de un partido tradicional.
Nabil Báladi nos acaba de enterar que es de izquierda y que milita en el Polo. Nadie lo sabía. Pero el Polo es el mismo partido que nos obsequió al gobierno más corrupto de la historia, y de lejos: el de Samuel Moreno Rojas en Bogotá, a quien el senador Robledo le alzó el brazo en campaña, al igual que lo hizo la semana pasada con Báladi. (sugerencia: borrar esa foto). Eso de la corrupción es de la política tradicional.
Y Claudia Fadul. Se le conoce desde hace muchos años en la vida pública de Cartagena, pero su fajardismo es tan reciente como el fajardismo mismo. El fajardismo de la Alcaldía de Medellín y la Gobernación de Antioquia. De los “alternativos” es, sin duda, la más alternativa.
Pero puede llegar ese “mamerto” que todos tenemos y arruinar las cosas: Nada de alternativos, sino “triple puppy guau guau kokoroyó” de Estrato Seis. En efecto: tres de Bocagrande y uno de Manga forman este póker de “blanquitos”.
Así nuestra visión sea de mamertos, de tradicionales o de alternativos, lo cierto es que a esta unión todavía le falta fecha en el calendario, le falta el desmonte de egos y gigantescas estructuras imaginarias, le falta un mecanismo ágil, pero sobre todo le falta mucho pero mucho pueblo, que es donde están los votos, no precisamente del Estrato 6.