Por Danilo Contreras (Especial para Revista Zetta).- Cometeré una alegoría, sin duda desprovista de literatura, pero que quizás sirva al argumento que propondré: La historia es un laberinto de espejos y simetrías.
La metáfora emerge pues encuentro que en demasiadas ocasiones los poderosos de ayer y hoy, retan los signos de los tiempos.
Algunas leyendas del siglo de las luces narran que María Antonieta, archiduquesa de Austria y consorte del rey Luis XVI, acusada de despilfarro, fue encarada en el mismísimo palacio de Versalles por el pueblo hambriento que consideraba cínicos sus excesos, mientras las gentes apenas sobrevivían. Dicen que la regente replicó con altanería: “Que coman pasteles”.
Luego se ha dicho que ese fue un precedente de lo que la hipermodernidad denomina “fake news” y que la reina no dijo eso, sino una aristócrata distinta a ella. En todo caso la aclaración no la absuelve, pues sus extravagancias están bien documentadas.
Más recientemente, el buen Piñera ha dicho sobre las incontenibles protestas de Santiago, que la nación chilena estaba en “guerra”. Enseguida, con excesiva facilidad, reculó para decir que ellos NO habían interpretado el “clamor” de los chilenos por una sociedad más justa.
En nuestra pequeña patria amurallada, el episodio parece iterarse, quizás de una manera más prosaica, por cuenta de la pretensión de la administración de imponer la APP engañosamente denominada “Corredor portuario y turístico” en la que nos ofrecen como ñapa una fatigada “Quinta Avenida de Manga”.
Hay razones diversas que fundamentan la comparación de poderosos que imponen sus intereses sobre el bienestar de la población con el caso de Cartagena que hemos mencionado. Intentaré enumerar algunas.
No conozco escenario público o privado en el que NO se hayan formulado serios cuestionamientos a esa APP. Los vecinos de Manga, principales impulsores de la Quinta Avenida, han rechazado la fórmula de financiación del proyecto, pues sus penurias pasan por la supresión de los peajes que le han impuesto las autoridades “competentes” desde hace 20 años. Ahora les van dos peajes más. En otra latitud, el Concejo de Cartagena, las audiencias públicas se han poblado de reclamos contra la referida APP. Ni qué decir de las influyentes redes sociales, que contra todo pronóstico ya eligen alcaldes. El pueblo NO quiere el proyecto que resucita, por arte de birlibirloque, los peajes que ya han debido cerrarse por meter mano al bolsillo de los cartageneros.
Pero hay razones más terrenales y legales que impiden que la APP se ponga en marcha.
El Concejo, favoreciendo sorpresivamente el interés común, ha aprobado un acuerdo en el que niega al alcalde encargado facultades para firmar el contrato de APP. No puede hacerlo el alcalde sin irrespetar el principio de legalidad que reviste este pronunciamiento y sin meterse en un berenjenal.
De otra arista, intentando recordar mi profesión de abogado, me he encontrado con que el inciso 7º del artículo 14 de la ley 1508 de 2012, que regula las famosas APP, señala: “No podrán presentarse iniciativas en los casos en que correspondan a un proyecto que, al momento de su presentación modifiquen contratos o concesiones existentes o para los cuales se haya adelantado su estructuración por parte de cualquier entidad estatal. Tampoco se aceptarán aquellas iniciativas que demanden garantías del Estado o desembolsos de recursos del Presupuesto General de la Nación, las entidades territoriales o de otros fondos públicos, superiores a los establecidos en la presente ley”.
Un colega que, naturalmente, es más entendido que yo en temas jurídicos, me dice que esa norma fue modificada, sin embargo no he encontrado hasta ahora la referida enmienda, de modo que me atengo al aparte normativo citado. Esa norma aplica con todas sus letras al caso de marras en tanto que no podrán siquiera presentarse iniciativas de esta naturaleza, mientras este vigente la concesión corredor de acceso rápido a la variante de Cartagena. Y es lógico que así sea.
Ahora, los meros mortales, hemos venido a saber por cuenta de una nota de Revista Metro que la iniciativa de APP referida fue presentada durante la administración Vélez, retirada y vuelta a presentar durante el encargo de Londoño y que solo cuando era encargada la doctora Wong, se le agregó la Quinta Avenida de Manga, a manera de “perendengue” que pusiera a sonar ese barrilete. No hay duda que aquí la improvisación se funde con la burla.
Ahora bien el inciso 2do del artículo 4º de la ley 1508 es del siguiente tenor: “Los esquemas de Asociación Público Privada se podrán utilizar cuando en la etapa de estructuración, los estudios económicos o de análisis de costo beneficio o los dictámenes comparativos, demuestren que son una modalidad eficiente o necesaria para su ejecución”.
Extrañamente el alcalde Pedrito Pereira, padre de la Ley del Sitio que determina que La Quinta Avenida, entre otras obras, debe realizarse con presupuesto de la nación, ahora defiende su financiación por el oneroso medio de los peajes, sin que se conozca un estudio comparativo entre la alternativa de fondear la obra con peajes versus presupuesto nacional según lo ordena la norma citada. Tal parece que la administración renunció a la gestión de los recursos del presupuesto nacional para emprender las obras de la ley del Sitio, con lo cual esta no pasaría de ser un saludo a la bandera.
Finalmente pecaré de urbanista, en lo cual también soy un ignorante perfecto.
Me parece que el proyecto Quinta Avenida, que ciudadanos y gremios tienen en carpeta desde hace más de dos décadas, no es solución de movilidad para la vulnerable isla de Manga y más bien va en contravía de los retos que el cambio climático impone a la cristiandad en Cartagena. De nada vale hacerle vías internas a Manga si el tráfico termina en el cuello de botella del puente Román. Es posible que tal iniciativa signifique ponerse los zapatos y luego las medias. El sentido común, que en estas épocas no parece tan común, indicaría que primero sería construir el deseado viaducto que conecte la isla con Bocagrande antes de meterle más pavimento a Manga sin salidas suficientes. Paradójicamente, entiendo, que la APP prevé la realización de los estudios para adelantar las obras del viaducto desde Manga hacia la península de Bocagrande.
La Quinta Avenida arrasaría con el ecosistema de mangles que surca la ciudad desde la Ciénega de las Quintas hasta la laguna de San Lázaro, pasando por el caño Bazurto. Esta acción, además de destruir uno de los delicados ecosistemas de la ciudad, acabaría sin remedio con la diversidad biológica que resiste en ese paraje.
Perfectamente, la función de la Quinta Avenida podría ser suplida por una ampliación de la Avenida del Lago sobre la margen izquierda sentido centro – Bazurto en donde muchos particulares se han apropiado del espacio público a la vista de todos, así como la construcción de los viaductos previstos para remplazar los vetustos puentes de Las Palmas y Jiménez.
Pero si el problema es movilidad, resulta inaplazable habilitar los cuerpos de agua para el transporte multimodal y dar entrada a Transcaribe a Manga, así como ciclo rutas para cubrir el trayecto corto desde Manga hacia el centro, bosque o pie de la popa.
Ciudades innovadoras como Medellín, ganan premios internacionales promoviendo “suelos blandos” y corredores ecológicos, en tanto que en nuestra urbe colonial persistimos en el concreto.
La ciudades reclaman innovaciones y por esa razón muchos de los diagnósticos que se mantienen en las carpetas de gremios y empresarios, tal vez sean ya anacronismos.
Dicen que más de una docena de APPs cursan silencioso trámite. La ciudadanía debe estar alerta a ver que “genialidades” contienen.