“Las ciudades son la manifestación física de nuestra interacción en el territorio”: Geoffrey West
Por Ausberto Coneo Caicedo (Especial para Revista Zetta).- En muy pocas ciudades en el mundo esta cita de G. Wets es tan trascendente y tiene tanto que ver con su conformación urbanística como en Cartagena de Indias, ciudad de origen insular que debe su génesis fundacional, en época colonial, a su ubicación estratégica a orillas del mar Caribe y a su bahía de aguas profundas, condición que la hizo ideal para la construcción de un puerto que permitiera la comunicación e intercambio entre las tierras del nuevo mundo con España. A estos dos bordes naturales, mar Caribe y bahía de Cartagena, se suman los cuerpos de agua internos conformados por un sistema intrincado de caños y lagunas, una laguna costera -la ciénaga de la Virgen- y un brazo del río Magdalena -el canal del Dique- con los cuales ha guardando una estrecha relación morfológica y funcional, condición que en el proceso de crecimiento urbano fue asumida en gran medida de forma errada.
A este ecosistema hidrológico se suman tres elementos orográficos: Cerro de la Popa, Albornoz y Loma de Marión, junto con los cuales conforman un territorio complejo y frágil pero de inmensas oportunidades si se logra encontrar una adecuada ecuación entre el crecimiento urbano y el territorio que lo soporta.
Esta condición natural, en este caso la hidrológica, en su momento se constituyó en una ventaja comparativa, con el tiempo se convertiría en una suerte de enemigo natural para su crecimiento, definiendo los bordes o límites naturales que caracterizan su ecoforma urbana, bastante particular, rodeada casi en su totalidad por cuerpos de agua que se configuran como elementos casi omnipresente e insertos en su ADN, pero que a su vez la convierten en una ciudad altamente vulnerable a los embates producidos por el cambio climático.
A pesar de estos activos ambientales, el hidrológico y el orográfico, el crecimiento urbano de la ciudad se ha dado a espaldas de los cuerpos de agua y hacia zonas de ladera, debido esencialmente a la falta de planificación pero también como consecuencia del no entendimiento de la relación ciudad-territorio y rol que representan estos elementos naturales como estructuradores de la forma urbana y potenciadores de la calidad de vida.
Este crecimiento no planificado o espontáneo ha provocado un patrón de ocupación inadecuado, fragmentado y discontinuo, llevando a la ocupación y el deterioro de zonas altamente frágiles, generalmente inundables y expuestas a fenómenos de remoción en masa y, lo más grave, a una serie de rellenos sistemáticos en todos sus bordes tanto en sectores con asentamientos informales ubicados sobre todo en el borde sur de la ciénaga de la virgen como en sectores formales y consolidadas como La Matuna, Bocagrande, El Laguito, Castillogrande, y más recientemente en el corregimiento de La Boquilla.
En este sentido, la ciudad de Cartagena afronta un inmenso reto en los años venideros, frenar y revertir una tendencia histórica de rellenos sistemáticos en sus cuerpos de agua y rondas hídricas, además de dejar de darles la espalda y de usarlos como cloaca a cielo abierto. De igual forma se debe hacer con los cerros tutelares de la ciudad, los cuales han sufrido gran deterioro de su capa vegetal a causa del crecimiento de asentamiento informales en sus laderas.
El agua, por un lado, debe ser aprovechada como escenario para la innovación social, donde se generen proyectos conducentes al autodesarrollo en las comunidades presentes en sus zonas de influencia, pero también se debe pensar en desarrollar un ecosistema tecnológico relacionado con infraestructura para el transporte acuático, el turismo ambientalmente responsable, el ocio creativo, entre otras. Los cerros, por su parte, deben ser aprovechados como bosques urbanos y pulmones de la ciudad, propiciando el desarrollo de proyectos enmarcados en la economía verde.
Este nuevo enfoque hace necesario la regeneración ambiental en los cuerpos hídricos como ecosistema estratégico que incluya sus bordes, el dragado de sus lechos y también la reforestación de las laderas en los cerros, garantizando así el repoblamiento de especies endógena y de paso prestando servicios ambientales a toda la ciudad además transformándose en escenarios para la recreación y el ocio.
Sumado a lo anterior, estaría el aprovechamiento de los cuerpos de agua como corredores de movilidad acuática articulada al sistema de transporte público terrestre, a partir de los cuales se podría estableces un nuevo modelo de crecimiento basado en el concepto de DOTs o Desarrollo Orientado al Transporte Sustentable estableciendo las zonas sujetas a densificación, a lado y lado de los corredores de movilidad y de las estaciones de transporte, garantizando así la movilización de personas de forma más eficiente y amigable con el ambiente.
A manera de conclusión:
Así como Medellín ha sabido potenciar su aparente desventaja o conflictos urbanos entre los asentamientos, las laderas y las quebradas, llegando a convertirse en la ciudad más innovadora del mundo, en el caso de Bogotá convirtida en referente internacional gracias a su programa de ciclo-rutas (la más larga de Latinoamérica con más de 450 km), por su parte Curitiba en Brasil con su programa de basura cero y la creación de los BRT (buses de trafico rápido), modelo de transporte que se ha replicado en todo el mundo incluyendo a Colombia, así también Cartagena está llamada a ser un gran laboratorio de innovación e investigación en temas relacionados con el agua y su relación con el territorio urbano.
Entender esta ecoforma del territorio y su relación con lo urbano y además las inmensas oportunidades que esta condición nos ofrece, será el primer paso en la construcción de un modelo de ciudad que se enmarque en los nuevos paradigmas de la planificación urbana del siglo XXI que busca dar respuesta al principal reto de la ciudad de hoy, lograr calidad de vida urbana, con densidades humanas tolerables y conservando los elementos de la naturaleza. En este modelo será fundamental el rescate y la puesta en valor de los ecosistemas estratégicos, como elementos estructuradores urbanos, como corredores de movilidad acuática y como escenarios para la innovación e investigación a través de la creación de un gran ecosistema tecnológico que albergue startup y empresas relacionado con infraestructura asociada al agua; sistemas de tratamientos y recuperación de ecosistemas acuáticos, infraestructura para la movilidad acuática, equipamientos turísticos y para el ocio en zonas costeras y con fuerte presencia de elementos hídricos, e incluso, innovando en nuevas formas de hábitat adaptadas a los ecosistemas de borde acuáticos que prevean y se adapten a los efectos producido por el cambio climático y, porque no, convertir a Cartagena de Indias en un referente internacional de innovación e investigación en la relación entre la ciudad y el agua.
Artículo de opinión
Autor: Ausberto Coneo Caicedo
Arquitecto
Especialista en urbanismo
Magíster en desarrollo sustentable.