Mamá Icha siente cercano el final de su vida y solo piensa en una cosa: volver a su natal Mompox. Décadas atrás había emigrado a los Estados Unidos para ayudar a su hija con el cuidado de los nietos. Se sueña meciéndose entre los brazos del río Magdalena al caer la tarde, rodeada por sus parientes y vecinos en el patio de la casa que construyó durante esos años de ausencia con el dinero que enviaba desde el exterior.
Pero el idílico mundo de sus recuerdos se ve confrontado al regresar a su casa con la codicia, la desidia y las deterioradas relaciones familiares. La casa de Mama Icha es un documental observacional que retrata el retorno heroico de María Dionisia Navarro a Colombia. Es una película que indaga sobre los legados de la migración y nos sumerge en la desgarradora realidad implícita en las disputas familiares por el poder cuando los mayores llegan a depender del cuidado de los otros.
Nota del director Oscar Molina
La casa de Mama Icha se ha convertido en parte de mi experiencia de retornar a Colombia, luego de varios intentos de quererme establecer en otro país. Para mí el retorno es el deseo de reconciliarse con la tierra de origen y encontrar allí, finalmente, las condiciones para el propio desarrollo y bienestar.
La historia de Mama Icha, la encontré en el marco de la investigación que realizaba desde Filadelfia, Estados Unidos, sobre historias de migrantes que construyen sus casas en los lugares de origen, con los recursos que obtienen en los países de destino. Muchas de estas casas construidas con amor y un gran esfuerzo económico nunca llegan a ser habitadas por sus dueños porque éstos no regresan.
Estas historias me han intrigado por más de 20 años. He sabido de historias de migrantes que tienen casas deshabitadas en América Latina, Asia, África, Europa del Este y hasta en España y Portugal, mientras ellos permanecen en los países que han concentrado mayor riqueza financiera y representan estilos de vida hegemónicos.