En orden público por coronavirus, Presidente tendrá jerarquía pero no sentido común

Qué difícil resulta encontrar el sentido común y, cuando se encuentra, qué fácil es perderlo.

El gobernador de Bolívar, Vicente Blel, y el alcalde de Cartagena, William Dau, cada uno por su lado, escucharon la voz del sentido común expresada por los ciudadanos y decidieron decretar toque de queda para el departamento y la ciudad.

Cualquier persona con un mínimo de sensatez entiende que es una medida sana aunque extrema, oportuna aunque dura, preventiva aunque ajustable.

La primera noche del toque de queda resultó un experimento satisfactorio. Temía que la consabida indisciplina nuestra le fuera a plantar resistencia, pero asombrosamente la gente se recogió. Calles desocupadas fueron el común denominador en toda la comarca, evidencia que el mensaje llegó: ¡Quédate en casa!

Y éramos felices hasta que llegó un insulso y necio decreto presidencial, confuso por demás, que repitió lo que dice la Constitución sobre la jerarquía Presidente-Gobernadores-Alcaldes en materia de orden público, pero nada dijo sobre los toques de queda. Ni los abolió pero tampoco los respaldó. Quedaron en un limbo propicio para interpretaciones: que sí, que no.

Para aumentar el desconcierto, nuestra ministra cartagenera Alicia Arango manoteó la mesa para decir que el decreto implica coordinar todas esas decisiones con ella. En otras palabras, pedirle permiso. ¿Para qué? Si cuando necesitábamos la medida el gobierno nacional estaba en otros asuntos, y ahora que ven la importancia, pertinencia y conveniencia de esa medida, se atraviesan a mitad del camino.

Adelante gobernador. Adelante alcalde. Pero sobre todo, adelante ciudadanía. No necesitamos que nos impongan desde Bogotá lo que ya hemos decidido: ¡nos quedamos en casa!

Nota: … y eso que no analizo la situación del aeropuerto Eldorado, una puerta abierta, generosa y complaciente al coronavirus.