Por Danilo Contreras (Especial para Revista Zetta 20 años).- Debo hacer algunas observaciones acerca de la alocución realizada por el alcalde Dau el día de ayer. La haré a riesgo de parecer populista, pero los pocos conciudadanos que me conocen sabrán que no es una posición nueva o de ocasión, pues corresponde a las ideas que siempre he profesado y por las cuales he luchado.
El alcalde anunció ayer que su preocupación es alimentar a medio millón de cartageneros, lo cual encuentro loable. El Universal reseña el tema así: “Vamos a entregar bonos de 100 mil pesos a personas de cada hogar –vulnerable-, mediante pico y placa por cédulas. Que las personas vayan a supermercados con su bono, podrán acceder a artículos focalizados”, explicó Dau. Inicialmente intentara llegar a 160 mil hogares con bonos de $100.000 por familia, según entendí de su intervención.
En contraste el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, ha emprendido estrategias de abastecimiento alimentario, entre las cuales se cuenta la siguiente, registrada en un medio periodístico así: “Ante el impacto que tiene la contingencia de salud pública actual en distintas actividades comerciales de la ciudad, la Alcaldía de Medellín apoya a los cultivadores de hortalizas, frutas y verduras de los corregimientos, con la venta de sus productos de manera segura. Los productos agropecuarios cultivados por campesinos locales también serán distribuidos en los programas y servicios que ofrece la Administración Municipal a las personas y familias más vulnerables durante este tiempo de contingencia ante los riesgos de contagio del coronavirus”.
No dudo que es pertinente, práctico y necesario acudir a las grandes superficies para suplir esta gran crisis. Sin embargo extraño que no se piense en estrategias que permitan irrigar recursos a circuitos económicos que podrían estar muy golpeados por la emergencia. Me refiero a pequeños comerciantes, tenderos de barrios y colmeneros de los mercados públicos de la ciudad, que incluso pueden ofrecer ventajas logísticas comparativas frente a superficies como Megatiendas o Éxito, que, según le escuche al alcalde, serán los establecimientos en los cuales los cartageneros más humildes gastarán sus bonos. Piénsese que las red de tenderos de la ciudad y de colmeneros de los mercados públicos (Bazurto y Santa Rita) es la que, desde el punto de vista logístico están más cerca de los cartageneros en los barrios. Teniendo en cuenta a tenderos y colmeneros de Bazurto y Santa Rita, la contratación pública ayudará a la recirculación de recursos en esa economía popular.
Mi idea es, entonces, que no solo se considere a los grandes comerciantes sino a los pequeños también.
Igualmente he sugerido que se apoye a los productores de la región en una estrategia conjunta de la Alcaldía de Cartagena y la Gobernación de Bolívar para que produzcan y sigan abasteciendo a la ciudad. He recibido informe de quejas de cultivadores de plátano de Maríalabaja según las cuales tienen excedentes de producción sin poder comercializarla. La estrategia de abastecimiento debe ser integral y proyectarse, por lo menos, al mediano plazo.