El abrazo que no volverá – Opinión de Luis Adolfo Payares

El abrazo en mucho tiempo estará en desuso, por esta pandemia. Hoy me acordé de uno de los abrazos más sinceros que he recibido, el año pasado para esta época. Aquí está la historia, disfrútenla.

Por Luis Adolfo Payares (Especial para Revista Zetta 20 años).-  “PELUSA»: el loquito.Era una especie de loco bonachón, con una bondad e ingenuidad infinita, mas bien parecía que padecía un síndrome de infantilismo o algo parecido porque su capacidad de asombro y de descubrir las cosas como un niño era su mayor distracción. Lo veía todos los días paseándose enfrente del almacén que quedaba en la esquina de la avenida Pedro de Heredia y la calle Mompox. Todo el mundo en la zona le decía el «loquito Pelusa», un ser insospechado que jamás le conocí resentimiento o alguna malquerencia en su trasegar, Su ingenuidad rayaba con el absurdo, un día uno de los muchachos que lavaban vehiculos en el parqueadero de la zona, le dijo: «Oye loco, ves y consígueme un par de balineras para el mofle que se le dañó al carro ese…» El pelusa sin mas información que sus ojos saltones y un incipiente «mustacho» que cubría sus labios, se fue a recorrer todos los almacenes de repuestos que quedan en el sector, pasaron horas y horas y no aparecía. Al final de la tarde a eso de las 5 pm, apareció el Pelusa completamente sudado, con la cara roja, la piel completamente reseca pero con una sonrisa profunda como cualquier niño de escasos 5 años, no paraba de reír, con esa alegría desbordante que me dejó atónito y pensé que en su recorrido habría visto o encontrado algo que lo hacía responder de esa manera tan peculiar.

Al preguntarle que le había pasado, sin parara de reír me respondió. «Docto vea…jajajaj, ese repuesto no existe, lo caminé por toda la avenida llegué hasta la Bomba del Amparo…jajajaj y siempre me decían que estaba loco que eso no existía… Sentí mucha rabia por lo que habían hecho con ese muchacho. Al día siguiente mandé a llamar al sujeto que lo había mandado a hacer semejante despropósito y le dije que lo iba a denunciar por abuso y aprovechamiento de persona en condición de vulnerabilidad y discapacidad, al manifestarle eso al sujeto, salió corriendo y nunca mas lo vi por el sector.

Sin embargo el loquito Pelusa seguía riendo como si le hicieran cosquillas, como si su felicidad fuera el haber hecho semejante recorrido para volver con las manos vacías.

El día de ayer me encontré al loquito Pelusa por las misma calle donde había dejado de verlo durante mucho tiempo. Estaba vestido elegante, con una pinta que parecía de estreno y con la misma sonrisa que le dejé de ver hace algún tiempo, me dijo: «Docto como esta..? Tenía rato que no lo veía, docto regalarme $100 mil pesos…mientras se reía. Le dije: Si tuviera 100 mil pesos ya hubiera comprado la balineras del «mofle» del carro que se me dañó el dia de ayer..!! Pensé que no se acordaría.. pero cuando se lo dije, su risa envolvió toda la cuadra y un grupo de «mariamulatas» que estaban en el palito de caucho de la ermita de la Popa, salieron despavoridas. Reía y reía sin parar.

Con su risa burlona me dio un fuerte abrazo y me dijo: «Docto lo amo», al tiempo que me dio un beso en el hombro. Es uno de los abrazos y beso, mas sinceros que he recibido en mi vida, y todavía hay gente que dice que esta loco.