Por John Zamora (Director Revista Zetta 20 años).- Ocurre con William Dau que así como dice algo hoy, mañana es lo opuesto, y viceversa, y a veces ni lo uno ni lo otro sino todo lo contario.
En el clímax de su reciente elección como alcalde, derrotando a las maquinarias políticas, nos alegró con su primer gran nombramiento: Mónica Fadul. Sería la “Gerente de Ciudad”. Hoy, con su renuncia, comprobamos que nunca lo fue.
Dijo que la Gerente se encargaría de los temas del día a día de la ciudad, mientras él se echaría a cuestas el pesado piano de los grandes temas estratégicos. Nunca lo fue. Ni ella ni él.
Creímos -no lo dijo Dau- que al traerla de Fenalco, sería la “cuota” de los gremios en el gabinete. Nunca lo fue.
Dado que por muchos años visitó al Concejo de Cartagena como vocera de los comerciantes, y que allí goza de respeto, sería el enlace político perfecto. Nunca lo fue.
Y nos montamos en la película que Dau nos mostró al verla acompañarle a esa cueva terrorífica que es el edificio Galeras de la Marina, en la primera visita que hizo como alcalde electo. Era él y ella. Claro, todavía no habían aparecido las Lidis, los Armandos, las Cynthias, las Dianas, y creímos que Mónica iba a ser la segunda de abordo, una especie de “vicealcaldesa”, una Gerente de Ciudad.
Bien pronto nos quitamos esa idea, incluso antes del 1º de enero. Mónica no apareció como la escudera del nuevo mandatario, sino que en volandas fue ecplipsada por el sanedrín que se ha entronizado en estos casi seis meses de gobierno.
Mónica pasó de la titular a la banca nada mas comenzar el partido, y su marchito andar se redujo a coordinar cierta agenda con el gobierno nacional, hasta que apareció el coronavirus, cuando definitivamente pasó al olvido.
De su bajo perfil -nada loable- puede dar cuenta la Oficina de Comunicaciones, donde podrán revisar y contar con los dedos de la mano (y sobran) los comunicados de prensa sobre algún aspecto de su gestión. Ni en las activas y febriles cuentas oficiales de redes sociales se reflejó su actuar.
Por años vimos a una Mónica Fadul muy dinámica, proactiva, propositiva y líder en Fenalco, donde construyó una zona de trabajo a su medida, atenta a defender los intereses del comercio en armonía con los de la ciudad. Pero resulta que a muchas personas les cuesta el paso del sector privado al público, donde las dinámicas y circunstancias son muy diferentes, y allí Mónica -como los pitchers de la MLB- no encontró la “zona de strike”.
Dado que se requiere independencia para ser la personera de un gremio, resulta poco probale que regrese a Fenalco, sector que ahora tiene muy puntuales expectativas de reactivación económica, y que no necesariamente comulgan con los criterios de Dau.
Para que la renuncia tuviere la entereza suficiente, hubiese sido deseable y hasta loable que fuese de efecto inmediato, puesto que no hay razón para esperar al 15 de junio, a no ser que derechos laborales imperen en la dulce espera.
Es la segunda baja considerable del gabinete, tras la convulsionada salida del director del Dadis, Álvaro Fortich, lo que da pie para barruntar si vendrán otras más.
Por lo pronto, tanto Fadul como Dau deberán ver este momento como una oportunidad para disfrutar de algo que a los dos les conviene y que vienen pidiendo a gritos, cada uno desde su perspectiva. Ella en lo personal, él en la institucional reformulación de su gabinete: ¡oxígeno!