Por Yolanda Wong Baldiris (Especial para Revista Zetta 20 años).- El libro “ Diarios de la Bicicleta”, de David Byrne. Si, el cantante de Talking Heads, el de los 80, ese mismo.
Cuando empecé esta lectura, inducida por una invitación pública que me hiciera Juan Carlos Gossaín, creí por su título que obedecía a mis preferencias por el running o la bici pero: ¡Oh sorpresa!, obedecía a un tema de necesaria revisión en la ciudad de Cartagena: El Urbanismo.
Enriquecedora y reflexiva la lectura de David, pues nos cuenta la aventura de sus viajes a diferentes ciudades, haciendo esta narración desde la vista de su bici, toda vez que es usuario de esta máquina de acero. Recorrer en bici diferentes ciudades le ha dado la visión de un punto de vista crítico desde la escencia de la gente, sus costumbres y arquitectura.
El libro nos hace reflexiones que nada tienen que ver con montar en bici y en mi caso con correr, pero que si nos lleva a abordar temas que diariamente nos hablan en medio de nuestras rutinas deportivas, donde las rutas se convierten sólo en el hilo narrativo de lo que cuenta la ciudad.
Lo primero es que el libro muestra como la bici es una herramienta para revolucionar las vivencias de las ciudades y en ese espacio me voy a imágenes mentales de lugares en Cartagena que han sido cambiados por los amantes de la bici, pero que aún nos hace falta. Por supuesto que si, pero estamos creciendo en un movimiento que revoluciona la ciudad para edificar espacios saludables, también es verdad, como nunca antes lo habíamos visto.
Si. Solo cuando conocemos el territorio podemos aterrizar las soluciones porque la ciudades son el conjunto de revelaciones y pensamientos de las personas que la habitan, solo auscultando su arquitectura sabemos que corriente de pensamiento construyó esa ciudad.
David nos hace reflexionar sobre la importancia que tiene cada estructura en las ciudades porque nos pone a pensar el cómo y para qué de ellas, saboreando entonces que en ocasiones nuestras creencias se reflejan y en Cartagena se manifiesta aún mas con el sancocho de gente que somos.
También nos alerta sobre la bella excursión de cada ciudad, pensando en alto digo que en esta urbe tenemos todo y más para ser felices, pero también para planear lo que nos falta sin egoísmos ni mezquindades.
Sigo creyendo y lo afirmo con la lectura mencionada que esta ciudad es mágica, habitable, consentidora y amplia, lo que nos invita a que todos construyamos en conjunto, pero que necesitamos darle valor a espacios físicos que son únicos y que nos representan como cartageneros, como lo que somos.
Haciendo la lectura imaginaba como sería pensar un urbanismo en la Perimetral y que fuera nuestro gran “Malecón” con un gran puerto de pescadores. ¿Será que esa idea puede hablarnos del empoderamiento de los habitantes del sector? Sueño que sí.
Luego me paseaba desde la India Catalina hasta la Av de El Cabrero e imaginaba como el transporte acuático venia desde el barrio 7 de Agosto hasta el monumento mencionado para resolver el tema de transporte público en la zona.
También soñé cómo sería un paseo peatonal alrededor del nuevo puente San Estanislao de Kotska-Soplaviento y estoy segura sería lleno de chichas, bollos, galletas y queso, en fin productos muy nativos.
Esas dos rutas que hacen parte de la rutina de running me hacen seguir soñando y pensando que podemos planear muchas cosas como seguir abordando al BID, muy interesado en hace un puerto de pescadores en La Perimetral. Podemos retomar ese camino, y seguir insistiendo en que Transcaribe implemente el transporte dual y que esos municipios desarrollen turismo también.
Como mi memoria se ejercita mas visualmente, le agradezco a Gossaín su recomendación, y le confieso que continuaré haciendo esta lectura para seguir soñando en mis rutas matutinas por Cartagena y Bolívar. Por mi parte, al final quiero seguir corriendo y auscultando el territorio para seguir soñando.