¡Gracias a Dios, yo le gané al Covid! – Opinión de Juan Gonzalo Botero

Por Juan Gonzalo Botero Botero (Viceministro de Asuntos Agropecuarios) (Especial para Revista Zetta).- A lo largo de mi vida Dios me ha dado señales en ciertos momentos para decirme que Él está ahí, que confíe en Él. Hoy me vuelve a dar otra señal más y la de hoy es para mostrarme un milagro. Hace 14 días empezaron los síntomas que me indicaron que muy seguramente tenía Covid. Un fuerte dolor de cabeza, dolor en el cuerpo y una tos desesperante me hacían presumir eso. Por mi mente pasaron muchas cosas; en mi situación no podía darme ese lujo; mi discapacidad, una miocardiopatía y mis antecedentes me ponían en situación de alta vulnerabilidad ante el agresivo virus. Solo fue hasta el día siguiente que recibí el exámen que confirmaba mi sospecha: era positivo.
Le conté a mi familia, hice público el diagnóstico para que quienes habían tenido contacto conmigo se practicaran su prueba y no dudé en encomendarme a Papá Dios, a mi Virgencita de la Candelaria, a la bendita Guadalupana y a Santa Laura para que me llevaran en sus brazos y que lo que ellos tenían para mi fuera así. La oración la ayudé con un cóctel de medicinas en las que figuraban la azitromicina, la ivermectina, el naproxeno, la rouvastatina, la aspirina, las vitaminas C y D y el ganoderma. Ellas serían el arsenal que mi ejército de defensas utilizarían para pelear con el virus e intentar la victoria, que como dije en mi condición ¡no era fácil!
Los tres primeros días fueron muy duros porque los síntomas se mantenían y la dureza del aislamiento empezaba a afectar mi optimismo y mi confianza. Es que la dureza de la soledad te pone a pensar muchas cosas, unido a la preocupación de los tuyos que de lejos no sabían a ciencia cierta cuál era mi estado de salud. Cometí el error además de, para alejar los efectos del aislamiento, utilizar el trabajo virtual y acepté asistir a varias juntas, estar en reuniones, uno que otro foro porque así me «distraía». Algunos no entendieron que estaba enfermo y me involucraron en ese sendero de trabajo que generó estrés y pudo haber desviado la pelea de mis defensas. Si les da, ¡no cometan ese error! El Covid no es un juego y debes dedicarte cien por ciento a él para que por ahí no te de una sorpresa y pueda ganarte la batalla. ¡Pero yo tenía un ejército celestial que sabía por qué lo hacía y que nunca dejó de pelear contra el virus!.
Hoy exactamente 14 días después de los primeros síntomas y precisamente el día de la Inmaculada Concepción puedo decir que ¡he ganado una batalla más en mi vida! Esta vez la batalla contra el Covid y que por mi condición sin duda alguna es un milagro divino. Pocos en condición de alta vulnerabilidad podemos decir que ganamos la batalla. Quise hacer este escrito como un testimonio de vida para que quien lo lea tenga esperanza y sepa que los milagros si existen.
Gracias a Papá Dios, a mi Virgencita de la Candelaria, a mi Guadalupana bendita y a Santa Laura por llevarme cargado en estos difíciles días y darme la gracia de, sin ninguna secuela, seguir adelante. El mío hoy es un testimonio de vida para todos. Gracias a mi esposa y a mis hijos por darme sostén en la distancia, a mi familia por su apoyo constante. Gracias infinitas a tantas personas, a tantos amigos que me llamaron o me pusieron un mensaje para saber cómo estaba o para darme una palabra de aliento en medio del difícil aislamiento y de la dura batalla que libraba. Gracias a Dios por poner ángeles en mi camino, que arriesgando incluso su vida me ayudaron en mis labores diarias, ellos saben quiénes son y se que Dios les dará las bendiciones que se merecen. Y gracias inmensas a todos aquellos que hicieron una oración pidiendo por mi mejoría.
Regreso más fuerte, más pegado a Dios y con más ganas que nunca para seguir dando todo por tener un campo más amable; por luchar para tener un sector agropecuario cada día más formal, más productivo y diversificado que nos permita tener una condición exportadora fuerte que genere riqueza y bienestar para nuestros productores y para nuestro país. Ese es en resumen mi objetivo.
Hoy con lágrimas en los ojos puedo decir que gracias a un milagro ¡yo le gané al Covid!