Por Enrique Luis Mercado (Especial para Revista Zetta).- La RAE define la palabra normal como:
- adj. Dicho de una cosa: Que se halla en su estado natural.
- adj. Habitual u ordinario.
- adj. Que sirve de norma o regla.
- adj. Dicho de una cosa: Que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano.
A su vez, define la palabra NORMALIDAD como: Cualidad o condición de normal.
Me llama la atención que todas las definiciones se remiten a palabras como “natural”, “normas” o “reglas”, dando a entender que aquello que no suponemos natural o no esta dentro de nuestros parámetros normativos o reglas de conducta, seria ANORMAL.
El termino NORMALIDAD, en un mundo globalizado y con acceso a información instantánea, como en el que vivimos hoy, debe ser revaluado, ya que lo que hasta hace poco era considerado anormal, o no natural, o inclusive, fuera de los estándares de comportamiento moral, hoy podría ser hasta cotidiano.
Tabúes como la homosexualidad, la legalización y consumo de drogas alucinógenas, el aborto, y muchos otros temas que hoy están en la agenda publica de muchos gobiernos, hasta hace menos de 50 años, no podrían ser ni mencionados en una conversación en sociedad, por temor a ser tildados de ANORMALES o antinaturales.
Paradójicamente, esos anormales, que se atrevieron a alzar la voz, a luchar contra el racismo, la violencia de género, el machismo, la guerra o, cualquier tipo de discriminación, son esos mismos que hoy son héroes para muchos. Mártires que dedicaron su vida a luchar en contra de lo que se consideraba natural, lo que se ajustaba a las normas de la época, y que tuvieron que pasar por todas las vicisitudes con las que hoy luchan, los que consideramos anormales.
Tal vez ser NORMAL es lo mas fácil, lo mas llevadero y menos fatigante, pero, tal vez en un futuro, nuestros hijos estudiaran en sus clases de historia a los ANORMALES que hoy nadie valora.
Si hoy me preguntan que es lo NORMAL para mí, diría que “es el estado del ser humano con un alma inerte que no se atreve a cambiar lo que cree que debe cambiar, y se permite fracasar por miedo a atreverse a lo que los demás no se han atrevido.”
Kike Mercado