Billy Corleone, El Padrino IV – Opinión de John Zamora

Por John Zamora (Director de Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 05-02-2021. En el tercer episodio de la saga, habíamos quedado en que Michael Corleone trataba de limpiar el apellido de su familia y para ello urdió toda una estrategia con El Vaticano. Al morir, deja su imperio mafioso en manos de su sobrino.

En la cuarta parte, el sobrino -llamado Billy Corleone- trata de seguir limpiando el nombre pero en lavanderías, como el empleo de fondos buitre. Además, ve necesario emigrar y establecer una nueva sede para su imperio fuera de USA y, recordando lo que hizo su tío Michael en La Habana, emigra a una ciudad caribeña, colonial y soleada. En su camuflaje, adopta la pose de un desinteresado adalid cívico que desnuda los vicios del poder local y, para consolidar su trama, se hace elegir alcalde de la villa y les inventa que de esa manera “han roto las cadenas”.

“Para eliminar la mafia, qué mejor que un mafioso” se dice mentalmente a cada momento, según trasciende del guión escrito por un estudio de Hollywood.

La trama se torna conflictiva cuando Billy Corleone no puede resistir su instinto matón y comienza a descargar metralleta contra todo el que se le atraviese: si es un procurador, un contralor, un rector universitario, un periodista, un líder cívico, un legislador, incluso los mismos miembros del ayuntamiento.

Desesperados y decepcionados del mal gobierno, un grupo ciudadano organiza una resistencia. Se especula que para el papel han hecho casting estrellas como Bradley Cooper, Brad Pitt y Rudolph Days. Lo cierto es que el personaje es detectado por el neogobierno mafioso, que acude a las artimañas contemporáneas tales como bodegas de redes sociales y perros bravos, y en señal de amenaza le envían a su casa la cabeza de un burro, pues no encontraron caballo purasangre. Para el papel de burro contrataron una firma cazatalentos, y son varios los burros trabajando en ese gobierno, pero -según se desprende del guión- son tan burros que Billy Corleone contrata foráneos para que le ayuden a sostener su régimen de terror en la villa.

Pronto se descubre que no eran falsos sino verdaderos los rumores que Billy no solo era mafioso, sino padecía serios trastornos psiquiátricos y que su verdadero propósito es el de hundir a la villa en las profundidades del Caribe, para que no sobreviva nadie y nunca se sepa de su estirpe. Para ese momento, el personaje ya se nota decadente, se emborracha, se fractura una pierna en una parranda (la opción de un brazo también es contemplada), se le “lengua la traba”, se enfrasca en reyertas, y vive la alucinación continua de escuchar vítores a su ramplón gobierno.

Sobre el final de la película, los guionistas de Hollywood planean una gran sorpresa, pero firmaron un acuerdo de confidencialidad que les impide dar pistas sobre el desenlace de Billy Corleone, El Padrino IV.

¿Será destituido? ¿Prosperará la resistencia? ¿Triunfará el mal y la neomafia impondrá una nueva dinastía? En todo caso, el actor principal viene ensayando este final, con estas líneas, de fulminante poder dramático: “¡Recuerda que tu papá te quiere!”