Una política contra la mujer – Opinión de Danilo Contreras

Por Danilo Contreras (Especial para Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 19 de marzo 2021.- Frecuentemente me encuentro girando alrededor de unas cuantas ideas que en el pasado agitaron personajes sobresalientes, con el afán personal de poder explicar el sentido profundo de las realidades cotidianas, sobre todo en lo que hace al devenir de la sociedad, que es una preocupación permanente de este servidor. Es algo parecido a ese mandato que Rubén Blades lanza en aquella estrofa de “La chica plástica” que dice: “No te dejes confundir/busca el fondo y su razón/recuerda se ven las caras/pero nunca el corazón”. Es una búsqueda, quizás infructuosa, de la verdad.

Platón ponía en boca de Sócrates aquello de “solo sé que nada sé”, para ahondar en la zozobra de que nunca podemos tener absoluta certeza de algo, sobre todo en aquellos casos en que creemos poseer la verdad. Sin embargo, nuestra curiosidad y el deseo natural de encontrar certidumbres, mínimas al menos, nos lleva a diseccionar las circunstancias cotidianas e intentar deducir algunas conclusiones.

En varias notas anteriores he compartido con los contados y abnegados lectores de estas líneas, que para intentar comprender la avalancha de circunstancias nuevas que trae consigo la pandemia, recurrí a la re – lectura de la obra clásica de Camus, La Peste. Allí encontré una metáfora reveladora que sorprendentemente se ha hecho realidad de múltiples formas. La cita es la siguiente: “la buena voluntad sin clarividencia puede ocasionar tantos desastres como la maldad”.

Pues bien, esa facultad de la clarividencia la comprobé al leer, quizás un comentario de un chat o tal vez uno de los artículos que suele compartir la reconocida dirigente feminista Rubiela Valderrama. En efecto, en los albores de la crisis del Covid 19, ella predecía que los abusos y maltratos contra las mujeres se recrudecerían por cuenta de “la peste” y sus contingencias. La clarividencia de las palabras de esta mujer se materializó, trágicamente, unos días después, cuando la opinión conoció del múltiple feminicidio cometido por un delincuente en la persona de su compañera permanente y la madre de está.

Durante este año largo, pese a los mensajes formales, las conmemoraciones y aún las felicitaciones del reciente día de la mujer, que las feministas critican con razón, ha brillado por su ausencia en está estoica ciudad, una política pública que tenga por finalidad garantizar derechos e igualdad a la mujer, lo cual antes que una corrección política es un imperativo humanístico y moral de la modernidad, en la que todos debemos “desaprender” las formulas patriarcales que han configurado nuestra idiosincrasia, para seguidamente aprender una manera más solidaria de relacionarnos.

No se sabe de un plan, un programa o una iniciativa institucional impulsada por la administración distrital que propicie una verdadera inclusión de la mujer y que provea garantías para que estas no sean las destinatarias permanentes de diversas violencias, algunas mortales, pero otras agresiones más sofisticadas. Algo así como aquello que decía mi abuela Miguelina, “puño molido” que suele depararle el género masculino a las mujeres.

Pues bien, antes que la configuración de una institucionalidad eficiente puesta al servicio de las mujeres, antes que una política de prevención y atención de casos de violencia como al feminicidio, o una política que le facilite oportunidades a las mujeres, que pese a llevar en gran medida el peso del hogar, son las que conforme a las estadísticas oficiales, padecen de manera más cruda, desempleo y la informalidad. Antes que estas deseables propuestas implementadas, los últimos escándalos nos muestran a un alcalde dedicado a dar “puño molido” a las mujeres. La reciente victima de esa conducta ha sido la ex primera dama del distrito, como de manera sexista la calificó, con bombos y platillos el actual burgomaestre. Eso de desprende de unos audios que han circulado, en los que Dau fulmina a la señora Cinthya Pérez Amador como “malandrina” que es el anatema maniqueista que siempre esta en boca del alcalde. 

Pero lo más reprensible de los insultos que le destina Dau a esta infortunada conciudadana es el sesgo clasista y autoritario de sus señalamientos. En los audios se le oye decir a Dau que la señora Cinthya carece de “madera” y lo más doloroso, señala que “de educación” para pretender aspirar a un cargo público.

Esta es una actitud maniqueista y prepotente que ya la mayoría de los cartageneros le conocen al alcalde mayor. 

Pero además, de los audios se desprende una nueva prueba del clientelismo de nuevo cuño que acusa la disruptiva administración de Dau, pues entre sus reclamos destaca el hecho de que la crítica principal que le hace a Pérez Amador radica en que supuestamente dicha señora requiera OPS en distintas dependencias, sin la anuencia o autorización de autócrata de parroquia. Algo así como que ninguna hoja de este árbol se mueve sin el consentimiento de quien se ha auto concebido como “salvador” de la moral pública en Cartagena. 

Así las cosas cualquiera podría deducir que la dispensa discrecional de OPS es procedente, siempre y cuando cuente con el visto bueno del mandatario. Debe ser cuestión del carácter “disruptivo” del gobierno actual.  

El tratamiento abusivo del alcalde contra las mujeres NO es excepcional y ya se han conocido casos de reconocidas y respetables profesionales como Alexa Cuesta o Martha Carvajal que han tenido que renunciar a sus cargos por el trato abusivo de Dau. Seguramente hay otras mujeres que padecen en silencio este oprobioso maltrato, pero que seguramente se lo aguantan por cuenta de los rigores de la economía y las responsabilidades.

Es preciso entonces que la sociedad y la opinión, reclamen del alcalde Dau respeto para con las mujeres, pues su proceder es indigno de alguien que pretenda estar al frente de los destinos de la ciudad, y que más allá de eso no dilate más la posibilidad de intentar un mínimo de esfuerzo institucional por sacar adelante una política que garantice derechos y empodere a las mujeres cartageneras.