Candidatos a Congreso y nueva realidad política – Opinión de Javier Posada Meola

Por Javier Posada Meola (Especial para Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 30 de marzo 2021.- Finalizado el mes de marzo el tiempo corre a contra reloj para recordarnos que en menos de un año tendremos elecciones de Congreso de la República y seguidamente de Presidencia.
Tristemente toca reconocer que estos procesos eleccionarios no habían sido mirados con la verdadera trascendencia que tienen para nuestro futuro. Quizás por las circunstancias políticas de nuestros pueblos, quizás por el desinterés ciudadano, quizás por la compra y venta de votos, quizás por la abstención, quizás por la frustración histórica o quizás, incluso, por la unión de todos esos factores, seguíamos siendo “ligeros” a la hora de la escogencia de nuestros congresistas. Sin embargo, quiero llamar la atención que esta vez todo puede ser diferente. En silencio se viene madurando un sentimiento ciudadano de indignación que podría cambiarlo todo y para siempre. Aquellos candidatos que desconocen las voces inconformes que exigen respuestas concretas a sus demandas, candidatos desconectados de la realidad de sus pueblos recibirán una estruendosa derrota. Derrota que no significará necesariamente que no logren su elección pero sí pondrá al descubierto su falta de aceptación ciudadana, el rechazo a las prácticas políticas tradicionales y el castigo por subestimar la conciencia del elector.
Desde el municipio más humilde hasta nuestra capital y con mayor énfasis en los grandes centros urbanos, se siente el aroma de la reivindicación de las libertades ciudadanas, concretamente la reivindicación del Derecho a Elegir en su más pura interpretación y eso es un fenómeno francamente indetenible.
Alvaro Gomez Hurtado, quién por siempre será mi mayor inspiración política y filosófica, en una de sus últimas entrevistas haciendo referencia a la perversión en la que estaba cayendo la política afirmó: “creo que tuve algunos méritos en la política, pero hoy no saldría elegido ni concejal de Chía Cundinamarca”. Con ello pretendía reflejar que el debate de las ideas y de las capacidades había sido desplazado por la competencia del dinero, la corrupción, por lo que Gómez Hurtado sabiamente llamó el “régimen de complicidades”.
Pues bien, a pesar de la oposición “del régimen”, lo que se siente hoy en Colombia se parece mucho al fervor y deseos de participación que se vivió con ocasión de la Asamblea Constituyente del 91 cuando los partidos tradicionales se sorprendieron por la alta votación de las listas del M 19 y el Movimiento de Salvación Nacional que fueron los grandes e indiscutibles triunfadores. El Partido Liberal disimuló un poco su derrota gracias a una hábil estrategia de cálculo electoral que sugirió Lopez Michelsen y que se denominó “Operación Avispa”.
Creo que los partidos políticos tradicionales y sus “hijos legítimos“ sufrirán enormes derrotas si no logran enderezar el rumbo. La elección basada en clientelismo y politiquería es un modelo condenado a desparecer, le queda poco oxígeno y aquellos candidatos que quieran sintonizarse con la nueva realidad política tiene hasta marzo del 2022 para corregir sus desaciertos y lograr el triunfo que pretenden.
Y si eso sucede con los candidatos a Congreso, lo que sucede con los candidatos a Presidencia es mucho más dramático pero será tema de otra columna.