Por Javier Posada Meola (Especial para Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 13 de abril 2021.- En el mes de abril se cumple la tercera parte de los períodos de gobierno en municipios y departamentos, concluye “el primer tercio”de los actuales gobiernos territoriales. En el argot taurino, el primer tercio consiste en la salida del toro de los corrales, se mide la bravura del animal, se dan lances con el capote y se presentan los puyazos del picador con el objetivo de ‘templar’ las violentas embestidas del astado. En nuestros pueblos y ciudades este primer tercio nos sirve para apreciar el modelo de gobierno, la catadura del mismo, obtener victorias tempranas importantes y consolidar el modelo de gobernabilidad para afrontar el resto de “la faena”. En el primer tercio se construye el Plan de Desarrollo, se aprueba el primer presupuesto presentado por el gobierno, se forjan alianzas estratégicas con el gobierno nacional, se definen prioridades, se van descartando iniciativas que resultan irrealizables, “la máquina del gobierno” alcanza la dinámica y engranaje necesarios para ser exitosos, etc.
Como se concluye de lo anterior, el primer tercio de los gobiernos es muy importante, el “paseíllo” resultará anecdótico si no viene acompañado de disciplina, dedicación, método, excelente comunicación, sincronización e interacción con la ciudadanía. El sonido de la banda que anuncia al torero y su cuadrilla se va silenciando y da paso a la faena, buena o mala, y puede terminar con el mayor de los premios o el mayor castigo, devolviendo vivo al toro. Por cierto, si no se conoce al “animal” con el que se enfrenta cuando se está gobernando, seguramente será una lidia catastrófica para los territorios, en los cuales “los avisos” se sentirán en forma de pérdida irreparable de oportunidades y de gobernabilidad.
El rol de “la cuadrilla del torero” es muy importante en este tercio, deben propiciar las condiciones para el lucimiento del maestro (alcalde o gobernador), debe tener la templanza para trabajar con discreción pero eficacia y prever todas las dificultades de la lidia. Solo los más aficionados y expertos conocerán los nombres de los miembros de la cuadrilla pero todos deberíamos conocer quién es el torero. En el gobierno sucede algo parecido, a los ciudadanos del común no les importa demasiado el nombre de los secretarios de despacho o directores, lo que les interesa es tener “un buen gobernante”, un buen alcalde o gobernador. Del éxito o fracaso de este primer tercio podemos presagiar con alto grado de certeza como será el final de la jornada.
En tiempos que se sienten ya lejanos, los aficionados a las corridas ovacionaban a los toreros, regalaban ramos de rosas, manzanilla, sombreros, claveles y demás detalles como reconocimiento a las faenas memorables, por el contrario, silbidos, abucheos, broncas y protestas a las flojas presentaciones. En el quehacer público se está volviendo costumbre escuchar más silbidos que aplausos, más protestas que gratitudes y eso no sería tan grave sino fuera la expresión de tantas inequidades y demandas ciudadanas insatisfechas.
¡Señores toreros, señores gobernantes, la fiera con la que se enfrentan no permite distracciones ni veleidades, es necesario “coger el toro por los cuernos” para poder soñar con salir por la “puerta grande”, de lo contrario sufrirán cornadas irreparables y “el animal” regresará vivo a los corrales!