¿Y si le damos un carril vehicular a las bicicletas? – Opinión de Álvaro Royo desde Xiamen

Por Álvaro Royo Bárcenas (Especial para Revista Zetta).- (Xiamen – China).- 3 de octubre de 2021.- La mancha de ácido que todo lo quema que representa la presencia del ser humano en las ciudades cuando toca la naturaleza, está esperando para ser revertido, las ciudades no pueden seguir creciendo infinitamente hacia los lados, deben y tienen que crecer hacia a arriba.

Ve uno un plano de un país y todo se ve verde hasta cuando inicias el acercamiento hacia donde están los asentamientos humanos, las ciudades, los pueblos, allí todo se vuelve color café, tierra, concreto, desorden, muerte. La mancha corrosiva que muestra nuestra presencia cuando talamos, loteamos y arrasamos con todo lo que existía allí, selvas vírgenes, bosques tropicales, humedales, los que sea necesario, destruir oxígeno, fuentes de agua, ecosistemas para cambiarlo por lo que ya todos sabemos, propuestas inmobiliarias para poder seguir creciendo.

Y seguimos creciendo

Sin límites, porque las ciudades no poseen sistema endocrinólogo que regule su crecimiento, ¿se imaginan un cuerpo o un organismo que crezca infinitamente? Va a terminar reventado, por eso los límites siempre crean orden, certeza de los alcances y de las metas.

Se han puesto a la tarea varias ciudades europeas de tratar no solo densificar sus ciudades desde adentro para frenar la expansión hacia los lados si no de proveer a sus ciudadanos de todos los servicios complementarios que este necesita para no ir mas allá de 15 minutos o media hora de traslado, crean súper manzanas y priorizan el transporte masivo y las bicicletas, castigan al carro particular con zonas de parqueos costosas o inexistentes, carriles donde no pueden detenerse e impuestos adicionales para acceder a determinadas áreas.

Ciclo rutas que cubren gran parte de las áreas urbanizadas que hacen más rápidos los desplazamientos, cosa que esta súper comprobada por los grandes niveles de atasco que tienen las ciudades hoy en día.

Llegando a Cartagena

La bicicleta tiene varios enemigos a los cuales hay que derrotar, algunos de ellos urbanísticos, otros que tienen que ver con el clima y otros mentales, o culturales para elevarle un poco el nivel a ese inconveniente.

Entre los urbanísticos tenemos la apropiación que han hecho casi todos los ciudadanos del antejardín de sus viviendas y locales, dejando como áreas de circulación o andenes corredores invadidos por postes eléctricos, árboles, rampas mal diseñadas y en sus partes más estrechas pueden llegar a 20 0 40 cm, algunos ni eso tienen.

Entre los climáticos tenemos la humedad y el calor especialmente en días soleados donde la poca arborización de la ciudad hace que manejar bicicleta a determinadas horas sea un acto de agresión contra el cuerpo por las altas temperaturas a que lo exponemos.

Y la última el status, estamos convencidos que la bicicleta es un medio de transporte cutre, para gente de escasos recursos y que el carro particular es mas cool, te da status. Algo así como cuando el boxeador ganaba el título mundial y lo primero que hacía era comprarse la cadena de oro más grande que encontrara, con eso pensaba él, escalonaba socialmente.

Y en esta última sí que tienen la culpa los que han diseñado en el mundo las ciclo rutas,  mientras metes a dos ciclistas uno que viene y otro que va en 2 metros de ancho, los carros tienen autopistas, varios carriles de ida y varios de venidas, invertimos más en hacer vías para vehículos, queremos que la gente use bicicletas pero les damos a los ciclistas las migajas de los que nos sobra en un planteamiento urbano.

Por eso es que una ciclo ruta con una arborización adecuada que convierta la experiencia de manejar bicicletas en algo placentero es de vital importancia para que su uso se masifique en los niveles deseados.

La movilidad de una ciudad moderna pasa por la implementación de transportes masivos y de este aparatico de dos ruedas, que no hace ruido, y trabaja con la energía del que la conduce, reduciendo sus niveles de stress colesterol, triglicéridos y alejándolo de accidentes cerebrovasculares, es un gana gana para todos.

Nos gastamos millones de dólares construyendo carriles para buses, nos gastamos miles de millones ensanchando vías para que los pocos que tienen carros puedan usarlos, ¿por qué no quitarle un carril en toda la ciudad a los vehículos para dárselo a los árboles y a las bicicletas? ¿Corredores verdes que nos inviten a ir por toda Cartagena sin miedo al sol en las horas del día? Corredores verdes que le bajen la temperatura  la ciudad en varios grados y limpien nuestro aire que esta ya bastante contaminado.

Como siempre allí está mi email al pie de página para los que quieran escribirme sus opiniones acerca del tema y con mucho gusto les responderé.

¡Un abrazo!

Álvaro Royo Bárcenas

Xiamen-China

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