
Por Miguel A. Montes Curi (Especial para Revista Zetta).- Bogotá, 22 de julio de 2025.- El día 20 de julio conmemoramos el pretexto planificado de los criollos, el florero detonador y el subsiguiente Grito de Independencia en la actual Plaza de Bolívar. Pero también, en tan memorioso día para la historia de nuestro país, los engranajes del legislativo encienden la maquinaria del Estado y ponen en marcha la instalación del Congreso de la República en la última legislatura del actual cuatrienio. Y no se puede desestimar la importancia de este tramo final en vistas de que el país atraviesa un momento álgido de polarización y volatilidad. Por eso, la elección de la mesa directiva en Senado y Cámara, cargo que procura el debate ordenado y el respeto por el reglamento dentro del recinto, supone un punto de inflexión esencial para la clausura de este período legislativo 2022-2026.
En este caso, la elección del Presidente del Senado de la República representa una oportunidad única para el departamento de Bolívar, en cuanto que el senador Lidio García se proyectaba como un candidato ampliamente secundado para el honorable cargo. Elegido hoy por una demoledora votación de 97 votos a favor, el senador, poseedor de una extensa y contundente carrera política desde 1995, se posesiona por segunda vez como presidente de la Cámara Alta. Un logro inédito para la región que ejemplariza y enaltece nuestra presencia y participación democrática en el contexto nacional. Sin embargo, el senador se enfrenta a una tarea hercúlea: presidir la Corporación, mantener el orden interno y representar al cuerpo legislativo en un momento de inestable convulsión política y cuestionamiento de las instituciones. Y por si fuera poco, dirimir la incandescente confrontación que enfrenta oficialismo y oposición. Como el propio senador lo dijo, «bajar los ánimos caldeados y luchar por un sólo partido que se llama Colombia».
Es en este particular escenario, la arrolladora victoria electoral del senador Lidio García en su postulación a la presidencia del Senado da indicios de una decisión unificada. Sin considerarse un opositor acérrimo al Gobierno, el senador está en una posición única para tender el puente permita un debate respetuoso y racional que no se fundamente en las pasiones y la hostilidad. Ese equilibrio deliberativo supone un ambiente ideal para que los acuerdos lleguen a buen puerto y la extrema polarización se disipe en el país. Recordemos a Miguel Uribe, que en estos momentos decisivos, tanto para él como para Colombia, todavía lucha por su vida.
Los bolivarenses deben saber que su representatividad democrática se fortalece y consolida cuando nuestros dirigentes asumen responsabilidades institucionales de tal magnitud. De ahí el imperativo de defender ante el ejecutivo los intereses del departamento, incluso en casos de repercusión regional como la tan necesaria y esperada restauración ambiental de los ecosistemas del Canal del Dique, uno de los proyectos ambientales más importantes de América Latina en la materia. Igualmente, en el ámbito nacional, la reforma a la salud impulsada por el oficialismo estará sujeta a un delicado y riguroso debate que honre todas las posturas y nos permita recobrar algo de equilibrio nacional.