A los bufones que abortaron su plan por el corral de piedra

Debo decirlo, pocos candidatos a la Alcaldía de Cartagena y pocos líderes políticos que se consideran serios, a estas alturas de la contienda, todavía conservan su dignidad.

Aún no se han animado a tomarse una foto en el más grande gesto de lambonería, decadencia y ridiculez política, con los dos candidatos que van liderando las encuestas, Manolo Duque y Quinto Guerra.

No hace falta decir nombres, pues toda la ciudad ya los conoce como los payasos, los débiles payasos que juraron a Cartagena su independencia y su apoyo a proyectos políticos serios, pero que a última hora, en vísperas de ahogarse en sus campañas solitarias, decidieron adherirse a los candidatos triunfantes para no quedar por fuera de la gigantesca repartición burocrática que realizará el próximo mandatario de esta irrespetada ciudad.

Esos candidatos de nariz roja, que desearon dominar el «Corralito de Piedra», y esos líderes, que les juraron una efímera fidelidad, deberían lucir un bozal de ahora en adelante, para que ciudadanos ingenuos y potenciales votantes no crean más en sus mentiras.

Los ciudadanos deberían condenar su incoherencia política. Digo, aquellos ciudadanos que piensan en Cartagena a largo plazo y no en la plática o en el contratico que les prometerán por su voto y por su ridícula foto de idolatría en el Facebook.

Manolo y Quinto, potenciales ganadores, también deberían condenarle a los candidatos y líderes de la nariz roja su hipocresía, bajo la premisa de, si ellos mismos acabaron ‘apuñalando’ a sus propias campañas y partidos, ¿quién me garantiza que no me apuñalará a mí una vez sea Alcalde y ostente el poder?

Quinto y Manolo deberían pensar en recompensarles sus volteretas políticas con un par de OPS’s de poca monta, en las que no puedan brillar mediáticamente. En puesticos en los que no vuelvan a mostrarle a la ciudad sus narices rojas.

Me avergüenza aconsejarles eso, pero más no se puede esperar con la cantidad de compromisos económicos en los que han quedado con sus venerables financistas.

Ya quiero ver en qué puestos van a ubicar a quienes los respaldaron en sus campañas, y a qué sinvergüenzas -llámese parapolíticos o corruptos- convertirán en nuevos doctores para la prensa y para la ciudad, digo, porque en cada gabinete se cuela al menos uno.

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No los he olvidado. También escribo esta columna por los candidatos a la Gobernación de Bolívar, y por un candidato o candidata de nariz roja, que viéndose desesperado o desesperada, ridiculizó a un partido respetado nacionalmente adhiriéndose a su rival. Señores candidatos, practiquen mi consejo.